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Publicado en mayo, 2001. N° 30
El miedo se cultiva con una buena dosis de
ignorancia y otro tanto de incertidumbre. Analicemos qué es lo que realmente se
sabe de una enfermedad que ha vuelto loca a la comunidad científica y a más de
180000 vacas.
Corría el año
de 1972. El joven médico Stanley B. Prusiner, de la Escuela
de Medicina de la Universidad de California en San Francisco, se encontraba
abrumado ante la ignorancia que mostraba el cuerpo médico del hospital con
respecto a la enfermedad que consumía a una de sus pacientes. Su única
alternativa, la revisión de la literatura científica, lo había dejado aún más
perplejo. En su escritorio estaban las publicaciones de Carleton Gajdusek y
Vincent Zigas, del Instituto Nacional de Salud en los EUA y del Servicio para la
Salud Pública de Australia, respectivamente, y del antropólogo estadounidense S.
Lindenbaum, todas relacionadas con un extraño padecimiento neurodegenerativo
denominado kuru que produce locura. Estuvo largo rato reflexionando
sobre lo extraño del caso. Su paciente, diagnosticada con la enfermedad de
Creutzfeldt-Jakob (CJ), presentaba síntomas muy parecidos a los que acababa
de leer, aparentemente causados por un virus lento: períodos de creciente
sufrimiento, caracterizados por una lenta disminución de las capacidades
mentales, temblores, pérdida de la coordinación, ulceraciones, y un alternar
entre períodos de risa, irritación y depresión, todo ello consecuencia de una
disfunción cerebral.
Sobre la inconveniencia de comerse a los demásEl kuru, que en lengua Fore significa “temblor”, es un padecimiento del cual se tienen registros desde principios del siglo XX entre los aborígenes Fore del distrito de Okapa, en Nueva Guinea. Gajdusek descubrió que el kuru estaba asociado a las prácticas rituales de canibalismo mortuorio entre la población y afectaba 8 veces más a las mujeres que a los hombres. Entre los Fore, comerse a un muerto era la forma de honrarlo. Las mujeres se encargaban de preparar el cuerpo para el ritual, desmembrándolo y cocinándolo: los músculos de brazos y piernas para los hombres, mientras que ellas, los niños y los ancianos consumían partes del cerebro. Entre 1957 y 1968 la locura producida por el kuru había afectado a 1100 de los cerca de 8000 aborígenes del grupo. El peor año fue 1960, con 200 decesos. Para 1974, esta cifra disminuyó a sólo 25, después de que la comunidad abandonó el ritual, aunque seguía habiendo casos, pues además de que el período de incubación del mal es de entre dos y 23 años, es posible que algunos Fore hayan continuado ingiriendo a sus difuntos parientes en la clandestinidad. En cuanto a las causas, se descartó la hipótesis de un origen genético de la enfermedad; si bien ésta se daba entre familias específicas, quedó demostrado que el mal no se debía al hecho de pertenecer a ellas sino a la ingestión de ciertas partes de difuntos que habían estado enfermos de kuru. Una segunda hipótesis fue que la afección era producida por un virus de muy lenta acción. Esta hipótesis se vio favorecida al constatar que los chimpancés adquirían el kuru al ser inyectados con extractos del cerebro de enfermos. Al joven Prusiner le intrigaba la relación del kuru con la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, cuyos síntomas fueron descritos desde 1920 por los dos investigadores que dieron su nombre a este mal. La paciente de Prusiner había pasado por períodos muy similares a los descritos, iniciando con una depresión, risas fuera de lugar, llanto y comentarios irrelevantes, todo acompañado de un ligero temblor que con el tiempo se convirtió en convulsiones. El asombro de Prusiner fue aún mayor cuando notó que la CJ y el kuru se relacionaban con la scrapie, enfermedad exclusiva de borregos y cabras, pues en los tres casos el contagio genera daños similares en el cerebro.
Un nuevo agente
infeccioso
Dos años después de la experiencia con la enfermedad de CJ, en 1974, todavía motivado por el caso y, como buen científico, desprovisto de prejuicios e incluso de algunos dogmas científicos de la época, Stanley Prusiner montaba un laboratorio de investigación con el objetivo de identificar al agente infeccioso, hipotéticamente de origen viral. No había pasado todavía una década, cuando en 1982 Prusiner y su equipo despertaban el escepticismo de la comunidad científica médica al dar a conocer que la causa de la scrapie no era un virus ni una bacteria, sino una proteína. Esto era completamente nuevo e insólito: una proteína pura, que carecía de ácidos nucleicos —que constituyen el material genético (ADN y ARN)—, era capaz de infectar, de propagarse. Prusiner denominó prión a esta proteína, y a partir de entonces las evidencias experimentales se siguen acumulando en favor de su hipótesis (véase recuadro). No obstante que hay quienes aún esperan encontrar material genético asociado a la proteína para explicar su propagación, en 1997 Prusiner recibió el premio Nobel en Fisiología y Medicina por el descubrimiento de los priones.
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martes, 19 de junio de 2012
las vacas locas
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el tema de las vacas locas esq muy interesante ya que habla de las enfermedades que contraen y que daña a muchos personas y en especial a las vacas por que la contraen mas de 8 mil vacas por eso hay que estar siempre enterados de las enfermendades a contraer........
ResponderEliminarWENDY ALEXIA PEREZ ROSAS
LAS VACAS TIENEN UNA rara enfermedad que hace que mueran en poco tiempo y esa enfermedad que estan en contacto con ellas.
ResponderEliminarSelene Csarez Tlatuani
a mi no me parece que las vacas mueran por esa rar enfermedad auque sea causa de la naturaleza y me gustariu que no mate las vasas
ResponderEliminarJanis Arenas Lopez
un cientifico dio a conocer que la causa de la scrapie no era un virus ni una bacteria, sino una proteína. que fue un gran descubrimiento.
ResponderEliminarEduardo Reyes Betancurth
hay quienes aún esperan encontrar material genético asociado a la proteína para explicar su propagación, del por que
ResponderEliminarJesica Moya Hernandes
Entonces, la gran pregunta sigue siendo: ¿Cómo podemos curar el VIH? Aquí está la respuesta el Dr. Itua tiene una cura y él
ResponderEliminarsalva mi vida de la miseria, compartiré esta ronda en todos los blogs para que todas las patentes de VIH / SIDA puedan curarse
con este Hombre Maravilloso (Dr. Itua), el Dr. Itua curó mi VIH y también me asegura que también puede curar
las siguientes enfermedades VIH / SIDA, Infertilidad, Lotería, Herpes Virus, Amor, Epilepsia, Diabetes,
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