martes, 12 de junio de 2012

El cerebro maleable

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La nueva visión del cerebro
Para Luis Estrada, con admiración y agradecimientoAlicia García Bergua
Los científicos que estudian el funcionamiento del cerebro cuentan hoy en día con técnicas que les permiten visualizar la actividad de ese órgano cuando el individuo realiza distintas acciones. Estas técnicas los han llevado a cambiar radicalmente sus ideas acerca de la organización del cerebro.
Hasta hace relativamente poco, los científicos que estudiaban el cerebro suponían que la corteza cerebral —la capa exterior del cerebro, donde se llevan a cabo las funciones cerebrales complejas como la memoria, la atención, la conciencia y el lenguaje— se podía dividir en zonas bien definidas, correspondientes a las distintas funciones: una zona para el lenguaje, otra para la conciencia, otra para la percepción visual… sin intersección ni traslape.
Se daba por sentado que las funciones superiores como la conciencia y el aprendizaje operaban independientemente de las regiones cerebrales encargadas, por ejemplo, del movimiento de los músculos o las respuestas emocionales instintivas. Las investigaciones de los últimos 10 años, empero, indican que las zonas del cerebro no están tan delimitadas y que actúan simultáneamente. La racionalidad y la capacidad de conocimiento que caracterizan a nuestra especie resultan de la actividad integrada de la totalidad de nuestro cerebro.
Historia de una taza
Por ejemplo, según la visión anterior de la organización del cerebro, cuando tomabas una taza la información visual de su posición y su forma pasaba de las zonas posteriores de la corteza cerebral, donde se operaba la percepción, a la corteza frontal, sede del pensamiento racional y las decisiones. Allí se integraba la información para planear los movimientos musculares necesarios para tomar la taza. Una vez llevados a cabo estos procesos, se daba la orden a la corteza motora, que controla los movimientos musculares. Y después de todo eso, ya tenías la taza en la mano. ¿O no?
Desde hace muchos años Giacomo Rizzolatti, director del Departamento de Neurociencia de la Universidad de Parma y su equipo de investigadores, han realizado estudios sobre qué sistemas de neuronas intervienen en cada movimiento. Y se dieron cuenta que hay un tipo de neuronas motoras frontales que contribuyen activamente a crear una respuesta veloz y simultánea a la información que estamos recibiendo del medio ambiente en cada momento. Es decir, estas neuronas no tienen un papel pasivo, sino ejecutor en las acciones. Por ejemplo, ahora se sabe que para que nuestra mano pueda simplemente tomar la taza, necesita de un mecanismo capaz de traducir la información sensorial que recibe en la forma en que los dedos la agarrarán. Muchos tendrían la impresión de que el primer proceso sigue al segundo, pero gracias a la investigación actual sobre las neuronas de la corteza motora del cerebro se sabe que ambos son simultáneos.
Espejos en el cerebro
En otros estudios, realizados en los años 90, Rizzolatti y sus colaboradores descubrieron por casualidad un tipo de neuronas motoras con un comportamiento inesperado. Los científicos italianos estaban estudiando una región de la corteza motora de los monos macacos que controla los movimientos de las manos. Sus aparatos les permitían registrar la actividad de neuronas individuales. Cuando el mono tomaba comida para llevársela a la boca, la neurona se activaba de cierta manera, lo que se manifestaba como un patrón de impulsos eléctricos. Entonces los investigadores se dieron cuenta de que las neuronas de los monos se activaban de la misma manera ¡cuando veían a uno de los científicos tomar comida y llevársela a la boca! Luego de descartar otras posibilidades, Rizzolatti y sus colaboradores concluyeron que esas neuronas servían para representar acciones en el cerebro del mono, sin importar si el animal era el agente o sólo testigo de la acción.
Rizzolatti y su equipo llamaron neuronas espejo a estas células cerebrales y las encontraron también en el cerebro humano. Las neuronas espejo proporcionan una representación interna de las acciones, tanto propias como ajenas, y son responsables de comportamientos como el reconocimiento y la imitación. También podrían estar detrás de la empatía (la capacidad de representarse vívidamente lo que sienten los demás, tanto física como emocionalmente) y quizá incluso de nuestra capacidad de imitar sonidos. De ahí a concluir que intervienen en la adquisición del lenguaje hay sólo un paso.
Imitación y comunicación
En los años 50 el lingüista estadounidense Noam Chomsky postuló una teoría para explicar por qué los niños aprenden a hablar tan rápido pese a lo insuficiente que es el estímulo que proporciona el entorno. Chomsky propuso que todos los idiomas del mundo cumplen una especie de gramática universal, una serie de reglas tan generales, que se aplican a todas las lenguas. Los niños no tienen que aprender esta gramática universal; la traen programada en el cerebro por la evolución. Aprender una lengua específica se reduce simplemente a ajustar ciertos parámetros de la gramática universal. Al niño le bastan un par de años de recibir ejemplos para dominar su lengua materna. Esto ha generado la idea de que el lenguaje no es consecuencia de la comunicación a lo largo de generaciones, sino un comportamiento instintivo parecido al de construir un nido en las aves. La arquitectura del nido es un saber innato, igual que la estructura de los lenguajes humanos.
En años más recientes, el psicólogo canadiense Steven Pinker ha tomado la idea de Chomsky como base de su estudio de la adquisición del lenguaje en los niños. Pinker tituló su libro, en el que da fundamentos experimentales al modelo de Chomsky, El instinto del lenguaje. La existencia de un instinto del lenguaje se constata, por ejemplo, en los lenguajes de señas que han surgido espontáneamente en comunidades de sordomudos aisladas del resto del mundo. En esas comunidades, los sordomudos han desarrollado en un par de generaciones sistemas de signos manuales con todas las características de los lenguajes hablados (de hecho, el lenguaje de señas de un país por lo general no se parece ni remotamente a su lenguaje hablado). Esto y los estudios de fósiles humanos, así como de anatomía comparativa entre el aparato fonético de primates y humanos, llevó a que el lenguaje se empezara a estudiar no sólo como un producto de la mente, sino como una actividad física. Los científicos empezaron a entender que el lenguaje depende mucho de las neuronas de la corteza cerebral que controlan los músculos, en particular la respiración.
Los primates, y especialmente los humanos, tenemos un control relativamente fino de las manos y los dedos, así como de los músculos de la cara, lo que se debe a que existe una conexión directa entre la corteza motora y los músculos que controlan estas partes del cuerpo. En los humanos los alcances de la corteza motora se extienden a un grupo de neuronas motoras conocidas como núcleo ambiguo, que controla el movimiento de la laringe, y otro que controla los músculos costales que intervienen en la respiración. Como los otros primates carecen de estas conexiones, se cree que nuestra especie las adquirió por evolución en épocas relativamente recientes.
Te acompaño en tu dolor (o en tu placer)
En el cerebro humano el sistema de neuronas espejo está más extendido que en el de los monos. Las neuronas espejo de las personas son capaces, además, de identificar la intención de una acción a partir del contexto en que se lleva a cabo esta acción, como demuestra otro experimento de Rizzolatti y sus colaboradores, junto con el equipo de Marco Iacoboni, de la Universidad de California en Los Ángeles. Los investigadores registraron la actividad de las neuronas espejo de personas a las que les mostraron varias películas breves: en una de ellas, una mano tomaba una taza, en otras dos se veía una mesa dispuesta para tomar el té y la misma mesa después del té; finalmente, en otras se veía la mano tomar la taza en estos dos contextos (antes del té y después del té). El equipo observó que las neuronas espejo de los participantes mostraban más actividad cuando la mano se llevaba la taza de la mesa dispuesta para el té y menos cuando se la llevaba de la mesa sucia. Esto sugiere que las neuronas espejo distinguen entre levantar la taza para beber el contenido y levantarla para limpiar la mesa, quizá porque beber es la intención más inmediata y frecuente. El sistema de neuronas espejo, al parecer, nos permite descifrar las intenciones de los demás, aunque esto no depende solamente de ellas, sino de muchos otros factores, como la memoria, la experiencia y las creencias, por ejemplo.
La función representativa de las neuronas espejo podría explicar por qué nos emocionamos al ver un partido de futbol o una obra de teatro. En efecto, estas neuronas participan en nuestra capacidad de entender las emociones de los demás. Para explorar esta idea, Rizzolatti colaboró con un equipo francés en unos experimentos en los que se sometía a los participantes a un olor desagradable y se registraba su actividad cerebral. La actividad era similar en las personas que experimentaban la sensación de asco y en las que sólo veían a otros hacer expresiones de asco.
El director de teatro inglés Peter Brook considera que el descubrimiento de la función de las neuronas espejo en las personas explica un fenómeno conocido por la gente de teatro desde la antigüedad: la catarsis, mediante la cual nuestros sentidos y percepciones entran en resonancia con aquéllos de los actores, haciendo que nos identifiquemos con la situación dramática que están representando. Por todo esto a las neuronas espejo también se les conoce como neuronas de la empatía, aunque ésta tampoco depende sólo del sistema de neuronas espejo.
El cerebro moral
Gran parte de las interacciones humanas depende de nuestra capacidad de entender y compartir las emociones ajenas. Pero sentir empatía con las emociones de los demás no nos conduce necesariamente a reaccionar como ellos, pues nuestras relaciones emotivas son muy complejas.
En junio del año pasado, la revista Science & Vie publicó un reportaje sobre las investigaciones psicológicas y neurobiológicas de la ética. En esas investigaciones participaron personas normales y personas con diversas lesiones en la corteza cerebral. Los investigadores les proponían a los participantes una situación cuyo desenlace dependía de una decisión ética. Por ejemplo, ésta: imagínate que vas en un barco que se incendia; ya en el bote salvavidas, resulta que éste es demasiado pequeño y amenaza con hundirse. A bordo de este bote va también un pasajero herido de muerte en el incendio. Ese pasajero no tiene salvación. Si lo echan al agua, se salvarán todos los demás. ¿Tú qué harías? En experimentos similares, el psicólogo cognitivo Joshua Greene observó que la mayoría de los participantes optaba por no hacer nada. La intensa emoción de ser el causante directo de la muerte de otra persona es más fuerte que la razón, que indica que la otra opción es la correcta. No obstante, en otros experimentos realizados por el neurobiólogo Antonio Damasio, los psicólogos y biólogos evolucionistas Michael Koenigs y Marc D. Hauser encontraron que había sujetos que optaban por el sacrificio de la víctima. Estas personas mostraron también una sensibilidad menor que la normal a emociones como la compasión, la vergüenza y la culpa. Su capacidad de razonar con lógica, empero, no estaba afectada. La conclusión de estos investigadores es que en nuestro cerebro hay zonas encargadas de elaborar juicios morales y que éstas dependen de la organización cerebral de las emociones. La aversión al sufrimiento ajeno es innata en las personas.
Esta aversión natural al sufrimiento de otros no es el único elemento importante de este sentido moral innato. Otros estudios llevados a cabo en la Universidad de Princeton indican que estamos predispuestos a otro comportamiento esencial: el sentimiento de equidad. El descubrimiento de la predisposición innata a la equidad se obtuvo a partir de las imágenes cerebrales de resonancia magnética de dos personas jugando a un juego llamado Ultimátum. En el juego, un sujeto A le propone a otro B dividirse cierta suma de dinero. Si B acepta la propuesta, los dos sujetos se embolsarán las partes decididas por A. Si B rehúsa, ambos se quedan sin dinero. Los experimentos muestran que en la mayoría de los casos el sujeto B rehúsa las transacciones en las que A se queda con una tajada mayor, y eso pese a darse cuenta racionalmente de que, por desigual que sea la distribución, B ganaría algo de cualquier modo. Esto indica que la indignación por la propuesta inequitativa de A —es decir, la respuesta emocional— es más fuerte que el cálculo racional de las ganancias.
Marc D. Hauser, hoy codirector del programa “Mente, cerebro y comportamiento” en la Universidad de Harvard, señala que este descubrimiento de la relación entre el sentido moral y las emociones es muy significativo porque las emociones son mecanismos seleccionados por la evolución que permiten a los individuos reaccionar a situaciones que comprometen su supervivencia (por ejemplo, reaccionar con indignación cuando alguien trata de engañarnos). En su libro Moral Minds (“Mentes morales”), Hauser intenta postular una teoría de la moral similar a la de Pinker para el lenguaje: el sentido moral, sugiere Hauser, también es innato en las personas. Y ya hay investigadores que lo están buscando en los primates superiores.
Si esto se confirma, entonces nuestro cerebro está programado para sentir aversión por el sufrimiento ajeno, o incluso el de los animales, sin importar de qué cultura seamos. Estas emociones son las fuerzas fundamentales de la vida social humana.
Razón y emoción
Antonio Damasio, en su libro Looking for Spinoza (“Buscando a Spinoza”), señala que las emociones son nuestra manera de reaccionar al ambiente, mientras que los sentimientos son la construcción racional, muchas veces expresada lingüísticamente, que hacemos de ellas para comunicarlas. Las recientes investigaciones sobre la mente y el cerebro nos hacen ver cada vez más que la división entre razón y emoción es artificial, y de allí proviene, según Marc D. Hauser en Moral Minds, nuestra imposibilidad de resolver los dilemas morales usando sólo la razón. Un dilema moral muy actual es, por ejemplo, el que plantea el poder prolongar la vida humana gracias a la medicina, incluso la de un enfermo terminal, aunque su sufrimiento sea muy grande. Por un lado, está el sentimiento de aversión al sufrimiento de un semejante, que todos compartimos, y por otro está el deber moral de los médicos, impuesto racionalmente, de conservar la vida del paciente a como dé lugar. Pero, como dice Marc D. Hauser, cuando el enfermo y sus familiares deciden interrumpir el tratamiento, la decisión es de tipo moral emocional y está determinada más por la circunstancia que por las reglas que los médicos se impongan. En la mayoría de las decisiones morales que tomamos hay un ingrediente emocional que se ajusta a la circunstancia y nos permite enfrentarla. El comportamiento ético depende de la sensibilidad a las emociones.
Animales sociales
Toda esta visión del cerebro humano que está surgiendo de las nuevas investigaciones nos confirma algo que ya se había pensado: al igual que nuestros antecesores y parientes en la evolución, somos animales sociales y nuestro cerebro está en gran medida configurado para relacionarnos con nuestros semejantes de una manera muy compleja y para transmitir a nuestros descendientes muchísima información de todo tipo. El sistema de comunicación que hemos desarrollado a partir de nuestra biología —que es básicamente el lenguaje ordinario— y toda la memoria acumulada y retransmitida de una generación a otra, hacen posible que tú estés leyendo estas páginas que nosotros escribimos. La forma y la evolución específica del cerebro de homínidos como nosotros da lugar a relaciones sociales muy refinadas en las que las razones y las emociones se mezclan de maneras muy diversas. Es posible que los escritores estemos indagando desinteresadamente, al escribir poemas, relatos y novelas, sobre esta mezcla de pasiones y razones que impulsan al animal humano a actuar; y que nuestra voluntad y libre albedrío resulten algo más complicado que seguir las prescripciones éticas o saber lo que se debe o lo que no se debe hacer.


La obesidad


¿Que no puedes comer sólo una?

Uno se pregunta ¿qué y cuánto comer? Las dietas de la humanidad habían sido hasta ahora el resultado de la interacción de variaciones genéticas individuales y de factores culturales, económicos y geográficos. Con ellas se lograba comer suficiente de los nutrimentos adecuados, evitando casi siempre comer en exceso de los inadecuados. En todas esas dietas la mayor parte de la energía se solía obtener de cereales, vegetales y frutas. No sé por qué eso ahora es muy complicado y ha sido necesario explicarlo con la famosa pirámide alimenticia, que es un esquema diseñado para orientar al consumidor. A quien le sea desconocida puede consultar la envoltura del pan de caja, aunque aquí la reproducimos. Obviamente fue pensada por nutriólogos estadounidenses, pues de haber sido mexicanos habrían puesto al grupo de alimentos más importante en la punta de la pirámide y no en la base, por lo que hay que entender que se trata de usar la pirámide como escala de abundancia y no de jerarquía. En ella se recomienda consumir, por ejemplo, de seis a 11 porciones de cereal al día, que van desde los más bajos requisitos de energía (1600 calorías para mujeres y personas de la tercera edad) hasta los más altos (2800 calorías que requieren la mayor parte de los adolescentes y las personas muy activas). Es importante aclarar que una porción es equivalente a una rebanada de pan, una tortilla, media taza de cereal instantáneo, de pasta o de arroz. Pero tan importante es cumplir aproximadamente con esta dosis, como complementarla proporcionalmente con alimentos de otros grupos. La pirámide ha sido muy criticada y de poca utilidad práctica.

La madre de todas las enfermedades

Por donde se asome uno al planeta, el resultado es el mismo: el sobrepeso es el más frecuente y costoso problema nutricional y desde el punto de vista de la salud, la epidemia mas grave del siglo XXI, pues no distingue raza, credo, nacionalidad, ni clase social. En 2001, el 34% de los estadounidenses tenía sobrepeso, mientras que otro 27% era de plano obeso, de acuerdo con el Índice de Masa Corporal (IMC). Éste se calcula dividiendo el peso en kilogramos entre el cuadrado de la altura medida en metros. Si el resultado es mayor a 25, empiezan los problemas del sobrepeso, pero si pasa de 30, ya es uno “gordito”, o lo que en medicina se denomina obeso. Por ejemplo: si tu peso es de 70 kg y mides 1.80 m de altura, tendrás un IMC de

La obesidad parece ser una medida del progreso: la mitad de los adultos brasileños, chilenos, colombianos, peruanos, uruguayos, paraguayos, ingleses, finlandeses y rusos son obesos. Lo mismo pasa con los búlgaros, marroquíes y árabes sauditas. En China la obesidad se sextuplicó en la última década del siglo XX. En Japón, 20% de las mujeres y casi 25% de los hombres tienen sobrepeso. Incluso en la India, una de las naciones más pobres del globo, se padece ya de obesidad entre la clase media.

En México, según una encuesta reciente del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), aplicada a 7 410 individuos (3 608 hombres y 3 802 mujeres pertenecientes a 1 600 familias de bajos recursos, 50% de los cuales son menores de 25 años), y publicada en abril de 2003, se concluyó que si bien la desnutrición infantil presenta ya una prevalencia muy baja en la Ciudad de México, la obesidad constituye un problema emergente de suma gravedad, que afecta sobre todo a la gente mayor. Después de los 50 años, afecta al 39% de las mujeres y al 34% de los hombres, aunque el sobrepeso y la obesidad entre los menores de cinco años alcanzan un preocupante 15%. Una conclusión de dicha encuesta es que la gran mayoría ignora por completo, o bien tiene conceptos equivocados sobre la relación que existe entre los hábitos de alimentación y el riesgo de padecer de diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, entre otras, e incluso de la propensión al cáncer.

Uno de los graves problemas actuales es la tendencia a consumir las llamadas “calorías vacías” a través de alimentos cuyo único aporte es energético, una variante de los ya conocidos alimentos chatarra elaborados a base de grasas y/o azúcares (generalmente de caña, jarabes fructosados y/o almidones). Para sanar la culpa de la promoción de estos productos, antes se nos recomendaba que los tomáramos con leche. Ahora las estrategias se han modernizado y los alimentos chatarra son transformados en alimentos convenientes “enriqueciéndolos” con vitaminas y minerales, o bien se publicitan por lo que naturalmente no contienen. Es decir, el hecho de que la etiqueta diga de un producto que no contiene sal, ni colesterol, ni cafeína, ni grasa saturada, ni muchas cosas más, puede sonar muy atractivo para un consumidor asustado. Pero es absurdo, por ejemplo, que se diga que el pan de caja no tiene colesterol, pues nunca lo ha tenido. Éstos y otros factores ocasionan que el número real de porciones que se consumen de cada uno de los grupos de alimentos de la pirámide difiera del recomendado, como se muestra en la figura 2, donde se hace alusión a la población estadounidense, pero hay sin duda quienes en nuestro país tienen un patrón de consumo similar.


El incremento en calorías en la dieta actual deriva principalmente de alimentos altos en grasas: carne, lácteos, productos fritos o cereales cocinados con grasa (por ejemplo, arroz frito o carne empanizada); de refrescos, jugos y postres, y de botanas. Todos éstos son los alimentos de los que mayores utilidades obtiene la industria.
 

Según el estadounidense Anthony E. Gallo, especialista en economía agrícola, tan sólo en el año de 1998, la industria desarrolló la extraordinaria cantidad de 11037 nuevos productos (Food Review, 1999, vol. 22, pp. 27-29). Esto podría ser saludable en términos económicos y de empleo, pero resulta que más de 2000 eran dulces, chicles, botanas y otros productos que caen dentro de la denominación de chatarra. Le siguen en orden de importancia los condimentos industrializados, y después las bebidas, de las que aparecieron más de 1500 nuevas marcas, cada una de ellas con una estrategia de penetración en el mercado. Aparecieron también cientos de nuevos postres, derivados de quesos, helados de nuevos sabores y combinaciones. De estos productos desarrollados en 1998, más de 2/3 corresponden a los de la parte superior de la pirámide, los que nos sugieren comer esporádicamente. En total, en la década de los 90 surgieron más de 100000 productos. ¿Quién se come todo eso?

La simplicidad de la gordura

¿Lo que no dicen las etiquetas?

Uno de los sitios donde con frecuencia la industria atenta contra la inteligencia del consumidor y al mismo tiempo lo incita al consumo es en las etiquetas. Se cometen muchos abusos con las leyendas alusivas a las características y beneficios de un determinado alimento o compuesto para la salud. Mas del 25% de los productos desarrollados por la industria en 1998 son suplementados nutricionalmente, lo que de entrada puede parecer atractivo. También se promueven como “libres de...” o “altos en ....” ¿Responden a una necesidad o la crean? Mira los anaqueles y observa cuántos productos se presentan como 100% naturales. Un edulcorante sintético ostenta una recomendación del Instituto Mexicano de Pediatría, haciendo pensar que quizá fuese conveniente que lo consumieran los niños. Asimismo, el abuso en el enriquecimiento de alimentos con vitaminas empieza a alcanzar niveles preocupantes. En el caso de la vitamina C, que es soluble en agua, en realidad lo que estamos enriqueciendo son los desagües, pues las altas dosis consumidas se excretan con la orina.




La recomendación de comer frutas y vegetales es algo que no ha cambiado en los últimos 50 años, pero el resto de las recomendaciones, dietas, noticias e interpretación de datos, varían en función de la revista, el articulista, el dietista y, ahora, para sembrar más confusión, de la página de Internet. Los periódicos necesitan “noticias” y les interesan más las controversias que las campañas por una mejor nutrición.

Si algo es bueno, ¿más es mejor?

¿Cómo selecciona un consumidor una dieta saludable? Hoy en día casi no hay alimento que no contenga en alguna zona del empaque un cuadro con la información nutrimental. En él se informa al consumidor que no padezca de vista cansada, del número de calorías que consume con una cierta cantidad del alimento. También se incluye un elemento que debe ser un poco confuso, en particular para los que no manejan la regla de tres: la cantidad de vitaminas que contiene el producto y el porcentaje que representa con respecto a lo que debe consumir diario. Si, por ejemplo, consumes 40 g de All-Bran Flakes de Kelloggs (3/4 de taza), habrás cubierto el 20% de tus necesidades de vitamina A, pero el 100% de vitamina B6, B12 y de ácido fólico; o sea, que ya para ese día no necesitas más de esas vitaminas. Si lo acompañas con una taza de leche (240 ml),

Fármacos para adelgazar

La industria de las dietas y los fármacos para adelgazar están en auge: adelgazar es un sueño por el que millones están dispuestos a pagar casi cualquier precio, incluida quizá la vida misma. Este el caso del medicamento Redux, aprobado en 1996, y del tratamiento denominado fen-phen que consiste en combinar dos medicamentos: fenfluramine (del cual Redux es una forma más pura), un sedante aprobado en 1973 para tratar la obesidad, y phentermine (un estimulante aprobado también para tratar la obesidad desde 1959). Individualmente, ninguno de los dos medicamentos es efectivo para bajar de peso, pero en 1992 se publicó un artículo en el que se demostraba, después de cuatro años de tratamiento de 121 obesos, que combinados eran efectivos para hacer perder unos tres kilos más de los que se perdían tomando un placebo. A pesar de una fuerte oposición por sospechas de riesgos a la salud, en abril de 1996, la Food and Drug Administration (FDA) de los EUA aprobó el Redux, no obstante los numerosos reportes en Europa sobre la asociación de éste con cientos de casos de hipertensión pulmonar primaria (HPP). En poco tiempo el número de recetas llegó a 80 000 por semana y las ventas, en 1996, a 150 millones de dólares. Para principios de 1997 aparecieron los primeros casos de daños a una válvula del corazón asociados al tratamiento fen-phen y fue hasta finales de ese año, cuando ya el 30% de quienes lo tomaban padecían de algún daño, que la FDA retiró los medicamentos del mercado. Para octubre de 1999, American Home Products debió pagar 3 750 millones de dólares a 8 000 personas en 4 100 demandas por daños irreversibles a la salud.

Otro debate se ha dado en torno al consumo de Ephedra, cuyo principio activo es la efedrina, alcaloide que estimula el sistema nervioso central. Se trata de un extracto vegetal, usado desde hace miles de años en China, que promete hacer perder peso. No requiere receta médica, pues se vende como complemento alimenticio. En diciembre de 2000 el New England Journal of Medicine publicó un resumen de casos de infartos, hipertensión y taquicardias asociados al uso de Ephedra. Para aumentar su efecto, existe la versión con cafeína (Metabolife 356), que logró millones de dólares en ventas en 1999. Fue finalmente prohibido por la FDA en diciembre de 2003 y, curiosamente, durante el periodo de gracia para retirarlo de la venta, los estadounidenses realizaron compras de pánico de los establecimientos a fin de abastecerse para el corto plazo, acabando con las existencias.

Empieza a haber evidencias experimentales de que desafortunadamente no sólo la desnutrición, sino también la sobrealimentación en los periodos críticos de la gestación pueden dar lugar a graves problemas de salud. Un ejemplo es el del ácido fólico. Hace más de una década se demostró que las madres cuyas dietas durante el embarazo eran bajas en ácido fólico —vitamina que consumimos con los frijoles, las hojas verde oscuro de vegetales o el hígado—, corrían el riesgo de dar a luz a bebés con anormalidades en el cerebro y la columna vertebral (defectos en el tubo neurálgico). Como consecuencia se enriqueció con ácido fólico a todos los cereales y se redujo considerablemente el problema. Pero no hay evidencia de que un exceso en el consumo de ácido fólico sea inocuo, y podría relacionarse con alguno de los padecimientos modernos. En un estudio publicado en el número de agosto de la revista Molecular & Cell Biology, se demostró que una dieta con exceso de vitamina B12, ácido fólico, colina y betalaina ocasiona modificaciones en la expresión de material genético, al favorecer cambios en la estructura química del ADN. Es conveniente señalar que finalmente las vitaminas no son sino parte de la maquinaria que permite que las reacciones de nuestro metabolismo se lleven a cabo. La alimentación es claramente uno de los factores ambientales que puede afectar nuestra salud, independientemente de lo que digan los genes.

El destino de lo fresco

Otro de los factores que ha contribuido a aumentar el consumo de alimentos tiene que ver con el auge de la industria y el incremento de su productividad, lo que además ha traído como consecuencia un cambio radical en la estructura de producción, donde paradójicamente los menos favorecidos han sido los agricultores y campesinos. En la figura 4 se muestra adonde va a parar cada centavo del dólar que se paga por un alimento en los EUA. Notarás que, en promedio, los productores reciben menos del 20% de ese dólar y mientras más procesado el producto, menor es este porcentaje. Mientras en la producción de huevos, carne de res o de pollo, los productores reciben de 50 a 60% del costo al menudeo, en los Corn Flakes el costo del maíz representa menos del 10% del costo de venta. En el extremo, los productores de papas reciben el 1.3% de lo que pagamos por ellas una vez fritas en un establecimiento de comida rápida. Es obvio entonces que las compañías y la economía en general prefieran la promoción del valor agregado, en vez de promover el consumo de cereales, frutas o vegetales frescos. Así, el número de granjas en los EUA ha caído de 3.2 millones a 1.9 desde 1960, pero su tamaño promedio ha aumentado 40% y su productividad 82%. La mayor parte tiene ahora una única orientación, producir ganado o pollos o cerdos o maíz… y muchas son parte de una corporación que lleva a cabo todas las etapas de la producción y la comercialización. Philip Morris, ConAgra, Mars, IBP, Sara Lee, Heinz y Tyson Foods son compañías estadounidenses que se ubican entre las 10 más grandes del mundo, aunque el primer lugar es de Nestlé (Suiza), el tercero de Unilever (Reino Unido/Holanda) y el sexto de Danone (Francia). ¿Te resultan conocidas?

Otras compañías de los Estados Unidos como Coca-Cola, McDonalds, PepsiCo, Procter & Gamble y Roche están entre las 100 más importantes. McDonalds cuenta con 17 000 establecimientos en 120 países, 12 804 en los EUA, y generó 19.6 miles de millones de dólares en el 2000, más del doble que su más cercano competidor: Burger King. Chicago no es más la capital de la carne, pues se acabaron los rastros. En Greely, Colorado, trabajadores que probablemente no hablan inglés pasan la jornada codo a codo, destazando 400 reses por hora; 12 por minuto. Se abren cinco nuevos McDonalds al día, cuatro fuera de los EUA. En 1968 McDonalds le compraba a 175 proveedores de carne, hoy cuatro industrias sacrifican para esta compañía el 84% del ganado y ocho empresas controlan 2/3 partes del pollo.

El Síndrome del Nuevo Mundo

Kosrae es una pequeña isla del Pacífico, uno de los cuatro estados que conforman los Estados Federados de la Micronesia. Fue española, después alemana, posteriormente japonesa y finalmente estadounidense. Tiene unos 800 habitantes que mueren jóvenes, pero no por hambre ni por infecciones mayores, sino víctimas del SNM: Síndrome del Nuevo Mundo, que ocasiona diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. A pesar de su privilegiada ubicación, en Lelu, su capital, construida entre 1000 y 1400 a.D., no hay plátanos, ni papayas, ni cocos disponibles, pues eso se lo comen los animales. Lo que hay son hileras e hileras de alimentos procesados, latas, panes, pasteles y pastelillos, sacos de arroz pulido, refrigeradores repletos de una amplia gama de cervezas y toda clase de bebidas enriquecidas de alto valor energético y vitamínico; y, desde luego, para los más pequeños, las delicias de papas, chicharrones, nachos, y toda una gama de harinas extruidas con caprichosas formas y delicadas texturas, que truenan en la boca.
Ellen Ruppel, quien describe su viaje a Kosrae en “The Hungry Gene: The Science of Fat and the Future of Thin” (Atlantic Monthly Press), buscaba un coco y se conformó con una coca. No hay cocos, pero sí pudines, macarrones, cereales vitaminados, sopas de pasta instantáneas.

En Kosrae el calor y la abundancia de trabajo burocrático, desalientan la actividad física. La televisión es uno de los pasatiempos predilectos. En 1994, 85% de los kosraeianos era obeso, e inútiles los esfuerzos realizados hasta ahora para disminuir esa cifra. La comida importada es muy barata: 13 kg de pavo enlatado cuestan de 11 a 12 dólares, contra cinco de un pollo criado localmente, y el arroz pulido (importado) es el alimento nacional.

La diabetes ligada a la dieta es el primer problema de salud en la isla, explicó el doctor Paul Skilling (por cierto, un hombre obeso) a Ellen. El 90% de las admisiones al hospital están relacionadas con la diabetes: problemas circulatorios, úlceras en los pies, abscesos en la piel, enfermedades del corazón, fallas renales y ceguera. En Kosrae, la mitad de los adolescentes son obesos (y obesas) y los niños (y las niñas también) son arrullados con azúcar y caramelos. Yo imagino que para ellos el cuento de Hansel y Gretel ya no tiene ningún chiste.

¿Qué hacer o, más bien, qué comer?

Es muy cómodo detenerse en McDonalds, pero ¿sabes qué? la conveniencia acaba con cualquier consideración nutricional, así como con el significado social y cultural de la comida. Los alimentos son hoy más baratos, pero por ello estamos pagando un alto precio. Nos encontramos ante uno de los aspectos más perturbadores de la civilización industrial avanzada: el carácter racional de su irracionalidad. Su productividad y eficiencia, su capacidad de crear y difundir sus comodidades, de convertir lo superfluo en necesidad. Gran parte de la solución la tenemos los consumidores al decidir lo que ponemos en nuestro plato. Y finalmente, un tip para nuestros diputados: aplicar un impuesto especial en la compra de refrescos, papas y otros ejemplares de chatarra, con restricciones para su venta a los niños. Quizá también aplicar el 15% de IVA a los tacos de carnitas, al pastor y de chicharrón y el 20% a las pizzas, hot dogs y hamburguesas. Todo en aras, mas que del bolsillo, de la salud del consumidor.

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Agustín López Munguía, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Ciencias, es investigador en el Instituto de Biotecnología de la UNAM, autor de varios libros y numerosos artículos de divulgación de la ciencia, y miembro del consejo editorial de ¿Cómo ves               

Las dietas:
mitos y verdades

Conservar un peso ideal se basa en sólidos y sencillos principios científicos; sin embargo, muchas personas se sienten atraídas por dietas que pueden ser muy peligrosas
Dondequiera que miremos, el mensaje es claro: ser delgado es ser atractivo. Si tenemos algunos kilos de más o incluso un peso normal para nuestra edad y estatura, pero una figura robusta, es posible que nos sintamos desvalorizados como personas y juzgados por nuestra apariencia y no por cualidades como la inteligencia, la creatividad, la simpatía o el talento. Desde luego es normal y sano decidir hacer algo por nuestro cuerpo e imagen. Deja de serlo cuando implica preocuparse en demasía, obsesionarse, dejar de comer, ayunar periódicamente, usar laxantes y diuréticos, hacer ejercicio compulsivamente, tomar medicamentos para adelgazar o hacer dietas que ponen en peligro nuestra salud.

Antes que nada, debemos tener claro que nunca podremos ser delgados a menos que nuestra constitución física y genética lo permitan. Cada persona nace con un tipo de cuerpo que ha heredado y que está basado en un particular marco esquelético y composición corporal. En general, somos combinaciones únicas de tres tipos corporales: ectomorfo, mesoforfo y endomorfo. Es muy difícil, si no imposible, alterar el tipo corporal aun con dieta y ejercicio. Pero sucede que al ver a los modelos (hombres y mujeres) que nos muestra la publicidad, podemos imaginar que haciendo dieta podemos parecernos a ellos, particularmente si éstos llegan a afirmar falazmente que antes de tal o cual tratamiento se parecían a nosotros y que la figura que ahora poseen es el producto de un tratamiento dietético.

El bombardeo de imágenes estereotipadas y enajenantes de los medios de comunicación hace que nos resulte difícil sentirnos cómodos con nuestro cuerpo, lo que lleva a muchas personas a preocuparse constantemente por la comida, la silueta y las dietas. Es así como el deseo de una apariencia delgada se ha convertido en una norma cultural y, en consecuencia, se ha difundido la idea de que la salud y la belleza sólo se logran llevando a cabo un régimen alimenticio rígido y disparatado o bien mediante ejercicios, brebajes y aparatos anunciados constantemente en los medios. En todos ellos se concede un valor extraordinario a poseer una figura delgada, la cual es presentada como la única estéticamente aceptable y a la que se asocian otras cualidades como perfeccionismo, disciplina, inteligencia, éxito laboral y social, entre otras. Para colmo, el tipo corporal promedio de los mexicanos y mexicanas se aleja mucho del estereotipo de belleza manejado por la publicidad.

De todo esto florece un sistema dedicado a explotar la angustia, la credulidad y la búsqueda de soluciones fáciles para modificar nuestra figura mediante dietas supuestamente maravillosas y fáciles que “sí funcionan” y nos permiten “perder peso sin esfuerzo”. Estos engaños que difunden con frecuencia la radio, la televisión y las revistas femeninas (y últimamente también las masculinas), muchas veces ostentan un disfraz de seriedad científica que constituye un atentado contra la salud, por lo que será necesario analizarlos objetivamente con base en principios científicos sólidos.

El secreto que nadie oye

El primer paso para controlar el peso es entender el metabolismo, proceso mediante el cual el cuerpo libera energía del alimento y la usa para funcionar, y para construir y reponer sus tejidos.

Un factor que determina nuestras necesidades de energía es el llamado metabolismo basal, que es la cantidad de energía que requiere el cuerpo en reposo para llevar a cabo las funciones básicas de la vida como respirar, hacer circular la sangre, mantener la temperatura corporal, etc. El metabolismo basal varía con la edad, talla, género, actividad física y tipo corporal. Por ejemplo, una persona musculosa tiene generalmente un metabolismo basal más alto que una no musculosa pero del mismo peso.

Otro factor que determina nuestras necesidades de energía es nuestro grado de actividad física, es decir, una persona muy activa usará más energía que una sedentaria. Cuando la energía que nos proporcionan los alimentos que consumimos es mayor que la que gastamos por el metabolismo basal y por nuestras actividades físicas, la energía excedente se almacenará en el cuerpo en forma de grasa. Si esto ocurre a menudo, la persona tenderá al sobrepeso, es decir, al peso excedido a partir del 10% del peso recomendado para la edad y estatura de una persona. En casos raros, el sobrepeso se debe a un funcionamiento impropio de la glándula tiroides, que se traduce en una tasa metabólica menor que la normal.

La obesidad, por otra parte, consiste en una acumulación excesiva de grasa en el cuerpo que se presenta a partir de un 20% sobre el máximo peso recomendado. Se trata de una condición que debe ser atendida por el médico y a la cual no se aplican las recomendaciones que haremos aquí.

Así, las personas que no tienen problemas metabólicos, requieren equilibrar la cantidad de energía ingresada al cuerpo con la dieta y la gastada por el metabolismo y la actividad para mantener el peso recomendado. Por ello, el control del sobrepeso debiera ser un asunto sencillo: comer en menor cantidad, particularmente grasas, o hacer más ejercicio, o una combinación de ambos. Este principio tan simple es normalmente dejado a un lado por ciertas dietas que aunque puedan parecer efectivas por un tiempo, a la larga dañan irreversiblemente la salud.

Las calorías

Si bien no existe un método para bajar de peso que garantice el éxito total, se ha demostrado que los mejores resultados se obtienen cuando se modifica la conducta alimentaria, se hace ejercicio y se sigue una dieta, pero basada en el conocimiento real de los alimentos y de los mecanismos que regulan el peso del cuerpo.

Pirámide nutricional

En los alimentos se encuentran los nutrimentos, que dan energía y nos proporcionan los materiales necesarios para que el cuerpo realice sus actividades. Los nutrimentos se agrupan en seis clases: carbohidratos, grasas, proteínas, vitaminas, minerales y agua. Todos ellos son indispensables para conservar la salud y se les encuentra en diferentes proporciones en los alimentos.


Los alimentos son el carburante del cuerpo. Para calcular las cantidades adecuadas se recurre a una unidad, la caloría, que es la cantidad de calor necesaria para elevar un grado la temperatura de un gramo de agua, aunque en la práctica se utilice la kilocaloría (también se escribe con mayúscula: Caloría), mil veces mayor y más manejable.

Las sustancias básicas presentes en los alimentos que tienen energía, son:

• Un gramo de proteínas: 4 Calorías
• Un gramo de grasas: 9 Calorías
• Un gramo de carbohidratos o glúcidos: 4 Calorías

Así, 25 gramos de aceite de cártamo, que es grasa pura, suministran 225 Calorías, mientras que 25 gramos de proteína pura o de azúcar suponen 100 Calorías. De esta forma podemos calcular la energía, metabólicamente utilizable, contenida en ciertos alimentos concretos, si sabemos su composición de nutrimentos aunque sea sólo aproximadamente. Para ello se recurre a ciertas tablas, que son de gran utilidad para determinar la ingesta energética, aunque existen otras que dan valores energéticos totales sobre alimentos crudos y, por ello, será importante conocer la elaboración de aquellos alimentos (fritos, asados, en salmuera, hervidos, etc.) para corregir las pérdidas o ganancias en relación con el contenido calórico.

Ningún alimento nos puede dar por sí solo todos los nutrimentos que necesitamos en las cantidades adecuadas. Una alimentación sana e ideal se basa en el régimen de la pirámide clásica. Esta pirámide representa el concepto de una alimentación equilibrada. La base es amplia y muestra los alimentos que deben aparecer con más frecuencia en nuestra dieta: cereales, pasta y arroz; le siguen las frutas y verduras, con 5 a 9 raciones en total; luego los lácteos y las carnes, con dos a tres raciones cada uno; y finalmente las grasas y los azúcares, que deben consumirse con moderación.



Hasta aquí se ha mostrado cómo un buen plan para perder peso implica “comer” menos Calorías de las que usa el cuerpo, de manera que éste empiece a usar la energía que ha almacenado como grasa, o bien hacer ejercicio. Por otro lado, tampoco es saludable perder peso muy rápidamente, ya que si se ingieren muy pocas Calorías, se corre el peligro de no recibir todos los nutrimentos requeridos. Se sabe, además, que las dietas que provocan una disminución rápida del peso, en realidad hacen perder agua y enseguida masa muscular. Como la proteína de los músculos se construye muy lentamente, y sólo con una dieta adecuada y ejercicio constante y regular, cuando se abandona este tipo de dietas el peso perdido no se gana ya en forma de músculo sino como agua y grasa, lo que provoca flacidez.

Una dieta inteligente


Las bases para la formulación de una dieta de reducción no son diferentes a las dietas correctas, equilibradas y adecuadas para una cierta edad, peso y tipo de actividad física, a excepción del contenido energético (calórico) total, el cual debe reducirse sólo en caso de que exista sobrepeso real. En las dietas de reducción el 60% de la energía total debe provenir de los carbohidratos, del 15 al 20% de las proteínas y el 25% de las grasas.

Con base en el concepto del equilibrio dietético, el diseño de una dieta debe incluir el aporte necesario para garantizar una cantidad de 1 a 1.5 g de proteínas por kilogramo de peso corporal —adecuado para una edad, sexo y estatura determinadas— por día, a efecto de evitar consumir las propias reservas proteicas y el consumo de la masa muscular.

En cuanto a la prescripción de la dieta, ésta debe hacerse de forma individual en lugar de sugerir una dieta universal pobre en energía (baja en Calorías), y de acuerdo con los requerimientos energéticos de cada persona. En principio se recomienda no tratar de bajar más de 1 a 1.5 kg por semana ya que se pueden provocar descompensaciones, tales como desequilibrios hidroelectrolíticos y cambios fisiológicos bruscos que pueden llegar a ser dañinos al organismo. De tal manera, un objetivo más realista sería tratar de disminuir 0.5 kg a la semana, y no hay que olvidar que dicho déficit puede producirse tanto por disminución en el aporte energético (dieta) como por aumento en el gasto (ejercicio), o por una combinación de ambos, que habitualmente es lo más recomendable.



La dieta del "yo-yo"

Lo que se busca con las dietas es perder peso rápidamente, mismo que generalmente también se recupera a igual velocidad. Este ciclo de pérdida y ganancia de peso, llamado “dieta del yo-yo”, es particularmente peligroso, porque quienes lo siguen, corren el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, elevación o disminución de la presión sanguínea y deficiencias vitamínicas, a diferencia de las dietas que buscan mantener constante la reducción de peso.



¿Cuáles son las dietas falaces?

Por otro lado, se cree que quienes siempre están a dieta mantienen a su organismo en un estado constante de emergencia que hace que el cuerpo asimile cada vez mejor menores cantidades de alimento, es decir, con el tiempo tendrán mayor dificultad para perder peso aun disminuyendo la cantidad de alimentos ingeridos. Quizá hayas llevado a cabo una de las dietas que se muestran en la tabla. Ahora que conoces los principios de una dieta sana, podrás darte cuenta que esas propuestas no tienen ninguna base científica y seguirlas es dañino para la salud.

Por último, es importante tomar en cuenta que antes de iniciar un programa adecuado para reducir el peso, es indispensable que te preguntes si realmente tienes un problema de sobrepeso o si simplemente cuando dices que estás “gordo o gorda”, estás expresando que te sientes mal. Antes de caer en la tentación de seguir una dieta que nos hayan recomendado o que leímos en una revista, sería importante recordar que sólo una alimentación variada, bien distribuida a lo largo del



El sida en el nuevo milenio
Martha Duhne Backhauss
SON LAS OCHO TREINTA DE UN DOMINGO DE VIENTO Y LUNA. DE PRONTO LA LLAMADA. CAE LA VOZ DE ANNIE LENNOX A SU NIVEL MÁS BAJO. SE ENROSCA EL TERCIOPELO DE LA CÁLIDA NOCHE INVERNAL: JORDÁN ACABA DE MORIR DE SIDA.
QUE BARATO RESULTA OLVIDARME DE QUE ASÍ SE ESCRIBE EL NOMBRE DE LA NOVELA GÓTICA DE CADA UNA DE MIS CÉLULAS. PORQUE LUEGO CAYERON, COMO ROCAS IRACUNDAS, LAS NOTICIAS DE OTROS NOMBRES, OTROS ROSTROS, OTRAS RISAS CONOCIDAS QUE SE DESVANECIERON EN ESTA GEOGRAFÍA DE SANGRE Y RASTROJOS.
JOAQUÍN HURTADO

EL SÍNDROME de Inmunodeficiencia Adquirida o sida, realmente podría parecer el invento de una mente superdotada y enferma que, con la idea de acabar con el ser humano, diseñó un enemigo perfecto: microscópico, silencioso, contagioso, incurable, mortal. Pero el sida no es otra cosa que la enfermedad que se desarrolla como consecuencia de la infección con el Virus de Inmunodeficiencia Humana, el VIH. Ciertamente, sus características han hecho que el combate en su contra sea especialmente difícil, desde el punto de vista científico, y terrible desde el punto de vista emocional.
   A diferencia de otras enfermedades, como el cáncer, que causan también millones de muertes al año, el sida se puede transmitir a través de las relaciones sexuales sin protección y de la madre a su bebé durante la gestación, el parto o la lactancia; en otras palabras, a los seres más cercanos y queridos. La infección por el VIH es silenciosa y puede permanecer en el cuerpo mucho tiempo sin que se note su presencia, de manera que un individuo infectado puede transmitir el virus a otras personas sin tener idea de lo que está pasando. De ahí la importancia de que quienes tienen una vida sexual activa tomen las precauciones necesarias, particularmente el uso del condón. El VIH, además, puede mutar muy rápidamente, es decir, que se modifique alguno de sus genes, por lo que hasta ahora no ha sido posible desarrollar una vacuna.
    Actualmente ya existen varias medicinas que si se toman juntas, frenan el desarrollo de la enfermedad, sin embargo, éstas siguen siendo muy costosas, por lo que la mayoría de las personas infectadas en países en vías de desarrollo, donde se localiza el 95% de los enfermos de sida, no tiene acceso a ellas. En 20 años el sida se ha convertido, básicamente, en una enfermedad (otra más) de la pobreza. Es necesario añadir otra característica: cientos de miles de pacientes de sida son víctimas de discriminación y abusos de sus derechos humanos más elementales tanto por parte del sistema de salud, como de familiares y amigos.

Un poco de historia

La mayoría de las evidencias sobre el origen del sida sugieren que éste surgió en África. En 1980 Robert Gallo, el investigador que junto con Luc Montaigner es reconocido como el descubridor del VIH, especuló que este virus pasó de una especie de primate africano, el mono verde, a los seres humanos. Esta idea fue muy criticada entonces, pero en la actualidad muchos investigadores consideran que el VIH infectó originalmente a una o más especies de primates y de ahí saltó al ser humano. La razón es que existen algunos virus de inmunodeficiencia en simios, los SIVs por sus siglas en inglés, que tienen una estructura química casi idéntica a la del VIH. Se puede construir el árbol genealógico de cualquier organismo buscando el grado de similitudes genéticas que tiene con otro; es decir, que las especies que son más parecidas a otras son parientes más cercanos; en los humanos se han detectado dos grandes grupos del virus del sida, el VIH-1 y el VIH-2, y cada uno se relaciona con un SIV distinto. El VIH-2 es muy similar al SIV que infecta a una especie de simio que habita en la parte oeste de África, zona donde se encuentra la mayor cantidad de casos de VIH-2. El origen del VIH-1 ha sido más difícil de establecer; el SIV que más se le parece ha sido identificado en chimpancés, pero se trata de una infección poco común, por lo que se piensa que el vehículo por el cual saltó al ser humano pudo ser un simio diferente. De hecho se han descubierto más SIVs en otras especies de primates, de manera que no se descarta que algún día se localice un pariente más cercano del VIH-1.
   Los investigadores han reconocido desde hace tiempo la habilidad de algunos virus y otros parásitos de saltar de animales a humanos: un proceso conocido como zoonosis. Una vez que el microorganismo desarrolla la capacidad de infectar a los seres humanos, fácilmente puede propagarse entre ellos. Éste es el caso de los virus de Ébola y de Marbugo. Aunque a ciencia cierta aún no se ha probado el origen del VIH,.
   También se ha señalado que los tremendos cambios sociales ocurridos en África en años recientes podrían ser la causa de la rápida diseminación del sida en ese continente: la acelerada urbanización, el desplazamiento de grandes grupos humanos por las guerras y el aumento en la promiscuidad sexual posiblemente  permitieron que el sida pasara de ser una enfermedad localizada en sitios pequeños, aislados y rurales, a una epidemia urbana. También se especula que grandes campañas de vacunación en las que se utilizaron jeringas no esterilizadas, contribuyeron al avance de esta epidemia.
  
Tras la pista del VIH

Entender cómo se reproduce el VIH dentro de la célula humana, en un proceso biológico llamado replicación, ha dado importantes pistas a los investigadores para diseñar medicamentos más eficaces contra el VIH y con menos efectos se-cundarios.
Los virus no tienen la capacidad de reproducirse por sí mismos, necesitan de la maquinaria genética de la célula para lograrlo. El VIH infecta principalmente a un tipo de células del sistema inmune llamadas linfocitos T, más específicamente, linfocitos CD4. Estas células son las que orquestan las respuestas de defensa del cuerpo contra las infecciones, son los "comandantes" del sistema inmune. El VIH reduce drásticamente el número de linfocitos T y con ello deja al cuerpo muy vulnerable a una amplia gama de organismos causantes de infecciones.
   Por cualquiera de las formas de transmisión conocidas —las relaciones sexuales sin protección, el uso de jeringas contaminadas, las transfusiones de sangre, o a través de la gestación, parto o lactancia— el VIH penetra al organismo y se aproxima a sus huéspedes predilectos, los linfocitos T. Entonces se pone en marcha un proceso cuya finalidad es permitir la entrada de los virus en la célula y la utilización de los mecanismos bioquímicos de ésta para replicarse. El VIH tiene que completar varios pasos para lograrlo y para cada uno es posible diseñar un fármaco que interfiera y detenga el proceso.
   Una vez que el VIH entra en contacto con el linfocito T debe adherirse a su superficie para poder introducir su material genético. En la superficie de los linfocitos
   Una vez que están completos, los virus salen, dispuestos a invadir nuevas células. Ya infectadas, éstas pueden producir miles de nuevos virus. Cuando esto sucede de manera masiva, el cuerpo no podrá luchar efectivamente contra las infecciones, ya que las células T son el centro de mando del sistema inmune. Así, el VIH nos deja sin un sistema de defensa, a merced del océano de organismos patógenos que nos rodea. Cuando las células infectadas se activan inmunológicamente aumenta la producción viral y se desencadenan los síntomas de la enfermedad; aparecen las llamadas infecciones oportunistas, como la tuberculosis, la neumonía y distintas micosis, así como tumores malignos y enfermedades causadas por otros virus, por ejemplo el herpes.

Los puntos débiles

Desde que los investigadores supieron que los retrovirus dependen de la transcriptasa reversa para poder replicarse, esta enzima fue un blanco obvio para atacarlos. Los primeros medicamentos efectivos en la lucha contra el VIH inhibían la labor de la transcriptasa reversa. Hasta la fecha, existen en el mercado seis medicinas de este tipo, incluido el AZT. Sin embargo, los inhibidores de la transcriptasa reversa no son una solución permanente, porque el VIH eventualmente muta en una forma resistente a ellos. Esta estrategia de defensa es utilizada también por bacterias, excepto que el VIH es mucho más variable y tiene la capacidad de hacer más mutaciones.
   Para obstaculizar el siguiente paso de la replicación del virus, que es la integración del ADN viral al de la célula, se ha desarrollado otro fármaco, llamado Zinetivir, cuyo objetivo es inhibir la acción de la enzima integrasa. El Zinetivir está actualmente en la fase preliminar de pruebas clínicas, es decir, de su utilización en pacientes infectados para conocer su eficacia y los efectos secundarios que produce.
   En la fase final de la replicación del VIH, como vimos, se necesita de otra enzima del virus, la proteasa. Este paso le ha dado a los investigadores otra posibilidad de atacar el desarrollo de la enfermedad. Desde hace tiempo se sabe cómo inhibir la acción de esta enzima y se ha logrado diseñar medicamentos que se administran  oralmente. Desde que se introdujeron al mercado en diciembre de 1995, los inhibidores de proteasa se han convertido en una nueva herramienta para combatir este mal.

Cocteles milagrosos

Debido sobre todo a la capacidad de mutación del VIH, los pacientes se han visto forzados a cambiar periódicamente de una medicina a otra, por lo que se dedujo que se podían utilizar varias medicinas a la vez. Si el VIH es atacado por un solo fármaco, es altamente probable que con una mutación pueda resistirlo. Pero si se toman tres a la vez, las posibilidades de que una sola mutación le permita resistir su acción son mucho menores. El objetivo de la terapia de varios medicamentos es encontrar la combinación más efectiva contra el virus y con el menor nivel de efectos secundarios indeseables.
   Desde 1996, año en que empezó a utilizarse la terapia de medicamentos combinados, se ha logrado un fuerte descenso en el número de muertes por sida en los Estados Unidos, Canadá, Europa, Nueva Zelanda y Australia. Ante estos resultados, pareciera que estamos viendo curas milagrosas. Excepto que no son curas. Uno de los problemas de estos tratamientos es que entre el 10 y el 20% de los enfermos de sida no toleran los efectos secundarios como son fuertes náuseas, diarrea y mareos. Además, en cuanto un enfermo abandona la terapia, sufre una recaída, lo que prueba que el VIH sigue presente en sus células, es decir, que no se ha curado. Pero el mayor problema es que estas terapias son extremadamente costosas (aproximadamente 1 000 dólares al mes), lo que las hace inaccesibles a cerca del 95% de los enfermos. En conclusión, se necesita una vacuna que prevenga la infección inicial. Si bien se han logrado algunos avances en este sentido, el desarrollo de una vacuna eficaz no parece cercano.

La búsqueda de vacunas

No obstante los años y el dinero invertidos en investigación, aún no se sabe exactamente qué aspectos de la respuesta inmune son necesarios para conferir protección contra el VIH. Uno de los mayores problemas que plantea el desarrollo de una vacuna es que existen varios tipos de VIH, y cada uno predomina en regiones geográficas específicas. Así, una vacuna que podría ser efectiva en una región del mundo, no lo sería en otra. Sin embargo, recientemente el doctor Kent Weinhold, del Duke University Medical Center, demostró que varios candidatos para vacunas podían provocar respuestas inmunológicas a varios tipos de VIH. En sus pruebas, las células T del sistema inmune, tomadas de un grupo de voluntarios, fueron expuestas a células infectadas con varios tipos de VIH. Esto les dio la posibilidad de "reconocer" a las proteínas características del virus, y los linfocitos pudieron muchas veces destruir  las células infectadas. Actualmente se están probando éstas y otras posibles vacunas en grupos pequeños de personas, con el fin de establecer cuáles son seguras y efectivas, para después realizar pruebas a mayor escala.
   Un enfoque alternativo se basa en el hecho de que el período de latencia es muy largo (hasta diez años), y en ese tiempo el virus convive con el organismo sin dañar seriamente sus funciones. En la actualidad se realizan varias investigaciones, una de ellas en nuestro país, a cargo del doctor Germinal Cocho —médico y físico, especialista en dinámica inmunológica— del Instituto de Física de la UNAM, que estudian la serie de eventos que suceden en ese período, con el objeto de intentar alargarlo.
   Otra interesante rama de investigación, es la que se realiza en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, a cargo de la doctora Carmen Soler, que estudia los factores tanto del virus como de las características genéticas e inmunológicas de los llamados "sobrevivientes a largo plazo", es decir, personas infectadas con el VIH que viven muchos años, sin tomar medicinas y sin que se les desarrolle el sida.

¿Qué hacer?

Nos guste o no (y seguramente a nadie le gusta), el sida es parte de nuestro mundo. Millones de personas se han tenido que enfrentar a resultados positivos de la prueba de Elisa, con la cual se detectan los anticuerpos producidos por el VIH en la sangre. A la fecha existen más de 30 millones de personas infectadas en el mundo, cerca de 250 000 en México. Y cada caso de muerte por sida es una pérdida irreparable, la historia de una vida que no debió terminar de esa forma. Muchas de las campañas de lucha contra el sida plantean que la enfermedad es un enemigo externo e invencible, que hay que enfrentar con información y prevención. Existe otra forma de verlo: si no te cuidas, sabiendo lo que ya sabes, podrás convertirte en tu propio enemigo, conducto de enfermedad y muerte para ti y para tu pareja.




El sida en el tercer mundo
Los primeros reportes documentados de casos de sida datan de 1981 y correspondían a individuos de altos recursos económicos de la comunidad homosexual de San Francisco, por lo que podría considerarse que ésta era originariamente una "enfermedad del primer mundo". Sin embargo, actualmente la epidemia se ha propagado por todos los confines de la Tierra y es en los países del tercer mundo donde se ha convertido en un verdadero azote, dadas las condiciones educativas, económicas y sociales prevalecientes en los países pobres. Una región notoriamente dramática es el África subsahariana, donde una de cada doce personas está infectada, y poco más de la mitad son mujeres. La mayor parte de estas personas, unos 23 millones, morirá en los próximos años. Por otro lado, de ser una enfermedad confinada a núcleos de hombres homosexuales, en estos momentos el sida se transmite principalmente entre la población abierta heterosexual, ya sea por vía sexual, por inyecciones en el uso de drogas, o de madre a hijo. Es notable el hecho de que es entre las mujeres donde más rápidamente ha aumentado la tasa de infección. Entonces, aunque en el tercer mundo existan enfermedades infecciosas como el paludismo, que actualmente matan a un mayor número de personas que el sida, hasta la fecha este último es incurable y se ha propagado muy rápidamente entre grandes núcleos de la población más pobre. Urge, por tanto, encontrar terapias efectivas, de bajo costo y que puedan ser aplicadas con facilidad en regiones apartadas que no cuentan con los servicios médicos adecuados.
Germinal Cocho



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