Se daba por sentado que las funciones superiores
como la conciencia y el aprendizaje operaban independientemente de las regiones
cerebrales encargadas, por ejemplo, del movimiento de los músculos o las
respuestas emocionales instintivas. Las investigaciones de los últimos 10 años,
empero, indican que las zonas del cerebro no están tan delimitadas y que actúan
simultáneamente. La racionalidad y la capacidad de conocimiento que caracterizan
a nuestra especie resultan de la actividad integrada de la totalidad de nuestro
cerebro.
Historia de una taza
Por ejemplo, según la visión anterior de la
organización del cerebro, cuando tomabas una taza la información visual de su
posición y su forma pasaba de las zonas posteriores de la corteza cerebral,
donde se operaba la percepción, a la corteza frontal, sede del pensamiento
racional y las decisiones. Allí se integraba la información para planear los
movimientos musculares necesarios para tomar la taza. Una vez llevados a cabo
estos procesos, se daba la orden a la corteza motora, que controla los
movimientos musculares. Y después de todo eso, ya tenías la taza en la mano. ¿O
no?
Desde hace muchos años Giacomo Rizzolatti, director
del Departamento de Neurociencia de la Universidad de Parma y su equipo de
investigadores, han realizado estudios sobre qué sistemas de neuronas
intervienen en cada movimiento. Y se dieron cuenta que hay un tipo de neuronas
motoras frontales que contribuyen activamente a crear una respuesta veloz y
simultánea a la información que estamos recibiendo del medio ambiente en cada
momento. Es decir, estas neuronas no tienen un papel pasivo, sino ejecutor en
las acciones. Por ejemplo, ahora se sabe que para que nuestra mano pueda
simplemente tomar la taza, necesita de un mecanismo capaz de traducir la
información sensorial que recibe en la forma en que los dedos la agarrarán.
Muchos tendrían la impresión de que el primer proceso sigue al segundo, pero
gracias a la investigación actual sobre las neuronas de la corteza motora del
cerebro se sabe que ambos son simultáneos.
Espejos en el cerebro
En otros estudios, realizados en los años 90,
Rizzolatti y sus colaboradores descubrieron por casualidad un tipo de neuronas
motoras con un comportamiento inesperado. Los científicos italianos estaban
estudiando una región de la corteza motora de los monos macacos que controla los
movimientos de las manos. Sus aparatos les permitían registrar la actividad de
neuronas individuales. Cuando el mono tomaba comida para llevársela a la boca,
la neurona se activaba de cierta manera, lo que se manifestaba como un patrón de
impulsos eléctricos. Entonces los investigadores se dieron cuenta de que las
neuronas de los monos se activaban de la misma manera ¡cuando veían a uno de los
científicos tomar comida y llevársela a la boca! Luego de descartar otras
posibilidades, Rizzolatti y sus colaboradores concluyeron que esas neuronas
servían para representar acciones en el cerebro del mono, sin importar si el
animal era el agente o sólo testigo de la acción.
Rizzolatti y su equipo llamaron neuronas
espejo a estas células cerebrales y las encontraron también en el cerebro
humano. Las neuronas espejo proporcionan una representación interna de las
acciones, tanto propias como ajenas, y son responsables de comportamientos como
el reconocimiento y la imitación. También podrían estar detrás de la empatía (la
capacidad de representarse vívidamente lo que sienten los demás, tanto física
como emocionalmente) y quizá incluso de nuestra capacidad de imitar sonidos. De
ahí a concluir que intervienen en la adquisición del lenguaje hay sólo un
paso.
Imitación y comunicación
En los años 50 el lingüista estadounidense Noam
Chomsky postuló una teoría para explicar por qué los niños aprenden a hablar tan
rápido pese a lo insuficiente que es el estímulo que proporciona el entorno.
Chomsky propuso que todos los idiomas del mundo cumplen una especie de gramática
universal, una serie de reglas tan generales, que se aplican a todas las
lenguas. Los niños no tienen que aprender esta gramática universal; la traen
programada en el cerebro por la evolución. Aprender una lengua específica se
reduce simplemente a ajustar ciertos parámetros de la gramática universal. Al
niño le bastan un par de años de recibir ejemplos para dominar su lengua
materna. Esto ha generado la idea de que el lenguaje no es consecuencia de la
comunicación a lo largo de generaciones, sino un comportamiento instintivo
parecido al de construir un nido en las aves. La arquitectura del nido es un
saber innato, igual que la estructura de los lenguajes humanos.
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En años más recientes, el psicólogo
canadiense Steven Pinker ha tomado la idea de Chomsky como base de su estudio de
la adquisición del lenguaje en los niños. Pinker tituló su libro, en el que da
fundamentos experimentales al modelo de Chomsky, El instinto del
lenguaje. La existencia de un instinto del lenguaje se constata, por
ejemplo, en los lenguajes de señas que han surgido espontáneamente en
comunidades de sordomudos aisladas del resto del mundo. En esas comunidades, los
sordomudos han desarrollado en un par de generaciones sistemas de signos
manuales con todas las características de los lenguajes hablados (de hecho, el
lenguaje de señas de un país por lo general no se parece ni remotamente a su
lenguaje hablado). Esto y los estudios de fósiles humanos, así como de anatomía
comparativa entre el aparato fonético de primates y humanos, llevó a que el
lenguaje se empezara a estudiar no sólo como un producto de la mente, sino como
una actividad física. Los científicos empezaron a entender que el lenguaje
depende mucho de las neuronas de la corteza cerebral que controlan los músculos,
en particular la respiración. |
Los primates, y especialmente los humanos, tenemos
un control relativamente fino de las manos y los dedos, así como de los músculos
de la cara, lo que se debe a que existe una conexión directa entre la corteza
motora y los músculos que controlan estas partes del cuerpo. En los humanos los
alcances de la corteza motora se extienden a un grupo de neuronas motoras
conocidas como núcleo ambiguo, que controla el movimiento de la
laringe, y otro que controla los músculos costales que intervienen en la
respiración. Como los otros primates carecen de estas conexiones, se cree que
nuestra especie las adquirió por evolución en épocas relativamente
recientes.
Te acompaño en tu dolor (o en tu placer)
En el cerebro humano el sistema de neuronas espejo
está más extendido que en el de los monos. Las neuronas espejo de las personas
son capaces, además, de identificar la intención de una acción a partir del
contexto en que se lleva a cabo esta acción, como demuestra otro experimento de
Rizzolatti y sus colaboradores, junto con el equipo de Marco Iacoboni, de la
Universidad de California en Los Ángeles. Los investigadores registraron la
actividad de las neuronas espejo de personas a las que les mostraron varias
películas breves: en una de ellas, una mano tomaba una taza, en otras dos se
veía una mesa dispuesta para tomar el té y la misma mesa después del té;
finalmente, en otras se veía la mano tomar la taza en estos dos contextos (antes
del té y después del té). El equipo observó que las neuronas espejo de los
participantes mostraban más actividad cuando la mano se llevaba la taza de la
mesa dispuesta para el té y menos cuando se la llevaba de la mesa sucia. Esto
sugiere que las neuronas espejo distinguen entre levantar la taza para beber el
contenido y levantarla para limpiar la mesa, quizá porque beber es la intención
más inmediata y frecuente. El sistema de neuronas espejo, al parecer, nos
permite descifrar las intenciones de los demás, aunque esto no depende solamente
de ellas, sino de muchos otros factores, como la memoria, la experiencia y las
creencias, por ejemplo.
La función representativa de las neuronas espejo
podría explicar por qué nos emocionamos al ver un partido de futbol o una obra
de teatro. En efecto, estas neuronas participan en nuestra capacidad de entender
las emociones de los demás. Para explorar esta idea, Rizzolatti colaboró con un
equipo francés en unos experimentos en los que se sometía a los participantes a
un olor desagradable y se registraba su actividad cerebral. La actividad era
similar en las personas que experimentaban la sensación de asco y en las que
sólo veían a otros hacer expresiones de asco.
El director de teatro inglés Peter Brook considera
que el descubrimiento de la función de las neuronas espejo en las personas
explica un fenómeno conocido por la gente de teatro desde la antigüedad: la
catarsis, mediante la cual nuestros sentidos y percepciones entran en
resonancia con aquéllos de los actores, haciendo que nos identifiquemos con la
situación dramática que están representando. Por todo esto a las neuronas espejo
también se les conoce como neuronas de la empatía, aunque ésta tampoco depende
sólo del sistema de neuronas espejo.
El cerebro moral
Gran parte de las interacciones humanas depende de
nuestra capacidad de entender y compartir las emociones ajenas. Pero sentir
empatía con las emociones de los demás no nos conduce necesariamente a
reaccionar como ellos, pues nuestras relaciones emotivas son muy complejas.
En junio del año pasado, la revista Science
& Vie publicó un reportaje sobre las investigaciones psicológicas y
neurobiológicas de la ética. En esas investigaciones participaron personas
normales y personas con diversas lesiones en la corteza cerebral. Los
investigadores les proponían a los participantes una situación cuyo desenlace
dependía de una decisión ética. Por ejemplo, ésta: imagínate que vas en un barco
que se incendia; ya en el bote salvavidas, resulta que éste es demasiado pequeño
y amenaza con hundirse. A bordo de este bote va también un pasajero herido de
muerte en el incendio. Ese pasajero no tiene salvación. Si lo echan al agua, se
salvarán todos los demás. ¿Tú qué harías? En experimentos similares, el
psicólogo cognitivo Joshua Greene observó que la mayoría de los participantes
optaba por no hacer nada. La intensa emoción de ser el causante directo de la
muerte de otra persona es más fuerte que la razón, que indica que la otra opción
es la correcta. No obstante, en otros experimentos realizados por el
neurobiólogo Antonio Damasio, los psicólogos y biólogos evolucionistas Michael
Koenigs y Marc D. Hauser encontraron que había sujetos que optaban por el
sacrificio de la víctima. Estas personas mostraron también una sensibilidad
menor que la normal a emociones como la compasión, la vergüenza y la culpa. Su
capacidad de razonar con lógica, empero, no estaba afectada. La conclusión de
estos investigadores es que en nuestro cerebro hay zonas encargadas de elaborar
juicios morales y que éstas dependen de la organización cerebral de las
emociones. La aversión al sufrimiento ajeno es innata en las personas.
Esta aversión natural al sufrimiento de otros no es
el único elemento importante de este sentido moral innato. Otros estudios
llevados a cabo en la Universidad de Princeton indican que estamos predispuestos
a otro comportamiento esencial: el sentimiento de equidad. El descubrimiento de
la predisposición innata a la equidad se obtuvo a partir de las imágenes
cerebrales de resonancia magnética de dos personas jugando a un juego llamado
Ultimátum. En el juego, un sujeto A le propone a otro B dividirse cierta suma de
dinero. Si B acepta la propuesta, los dos sujetos se embolsarán las partes
decididas por A. Si B rehúsa, ambos se quedan sin dinero. Los experimentos
muestran que en la mayoría de los casos el sujeto B rehúsa las transacciones en
las que A se queda con una tajada mayor, y eso pese a darse cuenta racionalmente
de que, por desigual que sea la distribución, B ganaría algo de cualquier modo.
Esto indica que la indignación por la propuesta inequitativa de A —es decir, la
respuesta emocional— es más fuerte que el cálculo racional de las ganancias.
Marc D. Hauser, hoy codirector del programa “Mente,
cerebro y comportamiento” en la Universidad de Harvard, señala que este
descubrimiento de la relación entre el sentido moral y las emociones es muy
significativo porque las emociones son mecanismos seleccionados por la evolución
que permiten a los individuos reaccionar a situaciones que comprometen su
supervivencia (por ejemplo, reaccionar con indignación cuando alguien trata de
engañarnos). En su libro Moral Minds (“Mentes morales”), Hauser intenta
postular una teoría de la moral similar a la de Pinker para el lenguaje: el
sentido moral, sugiere Hauser, también es innato en las personas. Y ya hay
investigadores que lo están buscando en los primates superiores.
Si esto se confirma, entonces nuestro cerebro está
programado para sentir aversión por el sufrimiento ajeno, o incluso el de los
animales, sin importar de qué cultura seamos. Estas emociones son las fuerzas
fundamentales de la vida social humana.
Razón y emoción
Antonio Damasio, en su libro Looking for
Spinoza (“Buscando a Spinoza”), señala que las emociones son nuestra manera
de reaccionar al ambiente, mientras que los sentimientos son la construcción
racional, muchas veces expresada lingüísticamente, que hacemos de ellas para
comunicarlas. Las recientes investigaciones sobre la mente y el cerebro nos
hacen ver cada vez más que la división entre razón y emoción es artificial, y de
allí proviene, según Marc D. Hauser en Moral Minds, nuestra
imposibilidad de resolver los dilemas morales usando sólo la razón. Un dilema
moral muy actual es, por ejemplo, el que plantea el poder prolongar la vida
humana gracias a la medicina, incluso la de un enfermo terminal, aunque su
sufrimiento sea muy grande. Por un lado, está el sentimiento de aversión al
sufrimiento de un semejante, que todos compartimos, y por otro está el deber
moral de los médicos, impuesto racionalmente, de conservar la vida del paciente
a como dé lugar. Pero, como dice Marc D. Hauser, cuando el enfermo y sus
familiares deciden interrumpir el tratamiento, la decisión es de tipo moral
emocional y está determinada más por la circunstancia que por las reglas que los
médicos se impongan. En la mayoría de las decisiones morales que tomamos hay un
ingrediente emocional que se ajusta a la circunstancia y nos permite
enfrentarla. El comportamiento ético depende de la sensibilidad a las
emociones.
Animales sociales
Toda esta visión del cerebro humano que está
surgiendo de las nuevas investigaciones nos confirma algo que ya se había
pensado: al igual que nuestros antecesores y parientes en la evolución, somos
animales sociales y nuestro cerebro está en gran medida configurado para
relacionarnos con nuestros semejantes de una manera muy compleja y para
transmitir a nuestros descendientes muchísima información de todo tipo. El
sistema de comunicación que hemos desarrollado a partir de nuestra biología —que
es básicamente el lenguaje ordinario— y toda la memoria acumulada y
retransmitida de una generación a otra, hacen posible que tú estés leyendo estas
páginas que nosotros escribimos. La forma y la evolución específica del cerebro
de homínidos como nosotros da lugar a relaciones sociales muy refinadas en las
que las razones y las emociones se mezclan de maneras muy diversas. Es posible
que los escritores estemos indagando desinteresadamente, al escribir poemas,
relatos y novelas, sobre esta mezcla de pasiones y razones que impulsan al
animal humano a actuar; y que nuestra voluntad y libre albedrío resulten algo
más complicado que seguir las prescripciones éticas o saber lo que se debe o lo
que no se debe hacer.
La obesidad
¿Que no puedes comer sólo una?
Uno se pregunta ¿qué y cuánto comer? Las dietas de la humanidad habían
sido hasta ahora el resultado de la interacción de variaciones genéticas
individuales y de factores culturales, económicos y geográficos. Con ellas se
lograba comer suficiente de los nutrimentos adecuados, evitando casi siempre
comer en exceso de los inadecuados. En todas esas dietas la mayor parte de la
energía se solía obtener de cereales, vegetales y frutas. No sé por qué eso
ahora es muy complicado y ha sido necesario explicarlo con la famosa pirámide
alimenticia, que es un esquema diseñado para orientar al consumidor. A quien le
sea desconocida puede consultar la envoltura del pan de caja, aunque aquí la
reproducimos. Obviamente fue pensada por nutriólogos estadounidenses, pues de
haber sido mexicanos habrían puesto al grupo de alimentos más importante en la
punta de la pirámide y no en la base, por lo que hay que entender que se trata
de usar la pirámide como escala de abundancia y no de jerarquía. En ella se
recomienda consumir, por ejemplo, de seis a 11 porciones de cereal al día, que
van desde los más bajos requisitos de energía (1600 calorías para mujeres y
personas de la tercera edad) hasta los más altos (2800 calorías que requieren la
mayor parte de los adolescentes y las personas muy activas). Es importante
aclarar que una porción es equivalente a una rebanada de pan, una tortilla,
media taza de cereal instantáneo, de pasta o de arroz. Pero tan importante es
cumplir aproximadamente con esta dosis, como complementarla proporcionalmente
con alimentos de otros grupos. La pirámide ha sido muy criticada y de poca
utilidad práctica.
La madre de todas las enfermedades
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Por donde se asome uno al planeta, el
resultado es el mismo: el sobrepeso es el más frecuente y costoso problema
nutricional y desde el punto de vista de la salud, la epidemia mas grave del
siglo XXI, pues no distingue raza, credo, nacionalidad, ni clase social. En
2001, el 34% de los estadounidenses tenía sobrepeso, mientras que otro 27%
era de plano obeso, de acuerdo con el Índice de Masa Corporal (IMC). Éste se
calcula dividiendo el peso en kilogramos entre el cuadrado de la altura
medida en metros. Si el resultado es mayor a 25, empiezan los problemas del
sobrepeso, pero si pasa de 30, ya es uno “gordito”, o lo que en medicina se
denomina obeso. Por ejemplo: si tu peso es de 70 kg y mides 1.80 m de altura,
tendrás un IMC de
La obesidad parece ser una medida del
progreso: la mitad de los adultos brasileños, chilenos, colombianos,
peruanos, uruguayos, paraguayos, ingleses, finlandeses y rusos son obesos. Lo
mismo pasa con los búlgaros, marroquíes y árabes sauditas. En China la
obesidad se sextuplicó en la última década del siglo XX. En Japón, 20% de las
mujeres y casi 25% de los hombres tienen sobrepeso. Incluso en la India, una
de las naciones más pobres del globo, se padece ya de obesidad entre la clase
media.
En México, según una encuesta reciente del Instituto Nacional de Ciencias
Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), aplicada a 7 410 individuos
(3 608 hombres y 3 802 mujeres pertenecientes a 1 600 familias de bajos
recursos, 50% de los cuales son menores de 25 años), y publicada en abril de
2003, se concluyó que si bien la desnutrición infantil presenta ya una
prevalencia muy baja en la Ciudad de México, la obesidad constituye un
problema emergente de suma gravedad, que afecta sobre todo a la gente mayor.
Después de los 50 años, afecta al 39% de las mujeres y al 34% de los hombres,
aunque el sobrepeso y la obesidad entre los menores de cinco años alcanzan un
preocupante 15%. Una conclusión de dicha encuesta es que la gran mayoría
ignora por completo, o bien tiene conceptos equivocados sobre la relación que
existe entre los hábitos de alimentación y el riesgo de padecer de diabetes,
hipertensión, enfermedades cardiovasculares, entre otras, e incluso de la
propensión al cáncer.
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Uno de los graves problemas actuales es la tendencia a consumir las
llamadas “calorías vacías” a través de alimentos cuyo único aporte es
energético, una variante de los ya conocidos alimentos chatarra elaborados a
base de grasas y/o azúcares (generalmente de caña, jarabes fructosados y/o
almidones). Para sanar la culpa de la promoción de estos productos, antes se
nos recomendaba que los tomáramos con leche. Ahora las estrategias se han
modernizado y los alimentos chatarra son transformados en alimentos
convenientes “enriqueciéndolos” con vitaminas y minerales, o bien se publicitan
por lo que naturalmente no contienen. Es decir, el hecho de que la etiqueta
diga de un producto que no contiene sal, ni colesterol, ni cafeína, ni grasa
saturada, ni muchas cosas más, puede sonar muy atractivo para un consumidor
asustado. Pero es absurdo, por ejemplo, que se diga que el pan de caja no tiene
colesterol, pues nunca lo ha tenido. Éstos y otros factores ocasionan que el
número real de porciones que se consumen de cada uno de los grupos de alimentos
de la pirámide difiera del recomendado, como se muestra en la figura 2, donde
se hace alusión a la población estadounidense, pero hay sin duda quienes en
nuestro país tienen un patrón de consumo similar.
El incremento en calorías en la dieta actual deriva principalmente de
alimentos altos en grasas: carne, lácteos, productos fritos o cereales
cocinados con grasa (por ejemplo, arroz frito o carne empanizada); de
refrescos, jugos y postres, y de botanas. Todos éstos son los alimentos de los
que mayores utilidades obtiene la industria.
Según el estadounidense Anthony E. Gallo, especialista en economía agrícola,
tan sólo en el año de 1998, la industria desarrolló la extraordinaria cantidad
de 11037 nuevos productos (Food Review, 1999, vol. 22, pp. 27-29). Esto
podría ser saludable en términos económicos y de empleo, pero resulta que más
de 2000 eran dulces, chicles, botanas y otros productos que caen dentro de la
denominación de chatarra. Le siguen en orden de importancia los condimentos
industrializados, y después las bebidas, de las que aparecieron más de 1500
nuevas marcas, cada una de ellas con una estrategia de penetración en el
mercado. Aparecieron también cientos de nuevos postres, derivados de quesos, helados
de nuevos sabores y combinaciones. De estos productos desarrollados en 1998,
más de 2/3 corresponden a los de la parte superior de la pirámide, los que nos
sugieren comer esporádicamente. En total, en la década de los 90 surgieron más
de 100000 productos. ¿Quién se come todo eso?
La simplicidad de la gordura
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¿Lo que no dicen las etiquetas?
Uno de los sitios donde con frecuencia la industria atenta contra la
inteligencia del consumidor y al mismo tiempo lo incita al consumo es en las
etiquetas. Se cometen muchos abusos con las leyendas alusivas a las
características y beneficios de un determinado alimento o compuesto para la
salud. Mas del 25% de los productos desarrollados por la industria en 1998 son
suplementados nutricionalmente, lo que de entrada puede parecer atractivo.
También se promueven como “libres de...” o “altos en ....” ¿Responden a una
necesidad o la crean? Mira los anaqueles y observa cuántos productos se
presentan como 100% naturales. Un edulcorante sintético ostenta una
recomendación del Instituto Mexicano de Pediatría, haciendo pensar que quizá
fuese conveniente que lo consumieran los niños. Asimismo, el abuso en el
enriquecimiento de alimentos con vitaminas empieza a alcanzar niveles
preocupantes. En el caso de la vitamina C, que es soluble en agua, en realidad
lo que estamos enriqueciendo son los desagües, pues las altas dosis consumidas
se excretan con la orina.
La recomendación de comer frutas y vegetales es algo que no ha cambiado en los
últimos 50 años, pero el resto de las recomendaciones, dietas, noticias e
interpretación de datos, varían en función de la revista, el articulista, el
dietista y, ahora, para sembrar más confusión, de la página de Internet. Los
periódicos necesitan “noticias” y les interesan más las controversias que las
campañas por una mejor nutrición.
Si algo es bueno, ¿más es mejor?
¿Cómo selecciona un consumidor una dieta saludable? Hoy en día casi no
hay alimento que no contenga en alguna zona del empaque un cuadro con la
información nutrimental. En él se informa al consumidor que no padezca de vista
cansada, del número de calorías que consume con una cierta cantidad del
alimento. También se incluye un elemento que debe ser un poco confuso, en
particular para los que no manejan la regla de tres: la cantidad de vitaminas
que contiene el producto y el porcentaje que representa con respecto a lo que
debe consumir diario. Si, por ejemplo, consumes 40 g de All-Bran Flakes
de Kelloggs (3/4 de taza), habrás cubierto el 20% de tus necesidades de
vitamina A, pero el 100% de vitamina B6, B12 y de ácido fólico; o sea, que ya
para ese día no necesitas más de esas vitaminas. Si lo acompañas con una taza
de leche (240 ml),
Fármacos para adelgazar
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La industria de las dietas y los
fármacos para adelgazar están en auge: adelgazar es un sueño por el que
millones están dispuestos a pagar casi cualquier precio, incluida quizá la
vida misma. Este el caso del medicamento Redux, aprobado en 1996, y
del tratamiento denominado fen-phen que consiste en combinar dos
medicamentos: fenfluramine (del cual Redux es una forma más
pura), un sedante aprobado en 1973 para tratar la obesidad, y phentermine
(un estimulante aprobado también para tratar la obesidad desde 1959).
Individualmente, ninguno de los dos medicamentos es efectivo para bajar de
peso, pero en 1992 se publicó un artículo en el que se demostraba, después de
cuatro años de tratamiento de 121 obesos, que combinados eran efectivos para
hacer perder unos tres kilos más de los que se perdían tomando un placebo. A
pesar de una fuerte oposición por sospechas de riesgos a la salud, en abril
de 1996, la Food and Drug Administration (FDA) de los EUA aprobó el
Redux, no obstante los numerosos reportes en Europa sobre la asociación de
éste con cientos de casos de hipertensión pulmonar primaria (HPP). En poco
tiempo el número de recetas llegó a 80 000 por semana y las ventas, en 1996,
a 150 millones de dólares. Para principios de 1997 aparecieron los primeros
casos de daños a una válvula del corazón asociados al tratamiento fen-phen y
fue hasta finales de ese año, cuando ya el 30% de quienes lo tomaban padecían
de algún daño, que la FDA retiró los medicamentos del mercado. Para octubre
de 1999, American Home Products debió pagar 3 750 millones de dólares a 8 000
personas en 4 100 demandas por daños irreversibles a la salud.
Otro debate se ha dado en torno al
consumo de Ephedra, cuyo principio activo es la efedrina, alcaloide
que estimula el sistema nervioso central. Se trata de un extracto vegetal,
usado desde hace miles de años en China, que promete hacer perder peso. No
requiere receta médica, pues se vende como complemento alimenticio. En
diciembre de 2000 el New England Journal of Medicine publicó un
resumen de casos de infartos, hipertensión y taquicardias asociados al uso de
Ephedra. Para aumentar su efecto, existe la versión con cafeína (Metabolife
356), que logró millones de dólares en ventas en 1999. Fue finalmente
prohibido por la FDA en diciembre de 2003 y, curiosamente, durante el periodo
de gracia para retirarlo de la venta, los estadounidenses realizaron compras
de pánico de los establecimientos a fin de abastecerse para el corto plazo,
acabando con las existencias.
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Empieza a haber evidencias experimentales de que desafortunadamente no
sólo la desnutrición, sino también la sobrealimentación en los periodos
críticos de la gestación pueden dar lugar a graves problemas de salud. Un
ejemplo es el del ácido fólico. Hace más de una década se demostró que las madres
cuyas dietas durante el embarazo eran bajas en ácido fólico —vitamina que
consumimos con los frijoles, las hojas verde oscuro de vegetales o el hígado—,
corrían el riesgo de dar a luz a bebés con anormalidades en el cerebro y la
columna vertebral (defectos en el tubo neurálgico). Como consecuencia se
enriqueció con ácido fólico a todos los cereales y se redujo considerablemente
el problema. Pero no hay evidencia de que un exceso en el consumo de ácido
fólico sea inocuo, y podría relacionarse con alguno de los padecimientos
modernos. En un estudio publicado en el número de agosto de la revista Molecular
& Cell Biology, se demostró que una dieta con exceso de vitamina B12,
ácido fólico, colina y betalaina ocasiona modificaciones en la expresión de
material genético, al favorecer cambios en la estructura química del ADN. Es
conveniente señalar que finalmente las vitaminas no son sino parte de la
maquinaria que permite que las reacciones de nuestro metabolismo se lleven a
cabo. La alimentación es claramente uno de los factores ambientales que puede
afectar nuestra salud, independientemente de lo que digan los genes.
El destino de lo fresco
Otro de los factores que ha contribuido a aumentar el consumo de alimentos
tiene que ver con el auge de la industria y el incremento de su productividad,
lo que además ha traído como consecuencia un cambio radical en la estructura de
producción, donde paradójicamente los menos favorecidos han sido los
agricultores y campesinos. En la figura 4 se muestra adonde va a parar cada
centavo del dólar que se paga por un alimento en los EUA. Notarás que, en
promedio, los productores reciben menos del 20% de ese dólar y mientras más
procesado el producto, menor es este porcentaje. Mientras en la producción de
huevos, carne de res o de pollo, los productores reciben de 50 a 60% del costo
al menudeo, en los Corn Flakes el costo del maíz representa menos del 10% del
costo de venta. En el extremo, los productores de papas reciben el 1.3% de lo
que pagamos por ellas una vez fritas en un establecimiento de comida rápida. Es
obvio entonces que las compañías y la economía en general prefieran la
promoción del valor agregado, en vez de promover el consumo de cereales, frutas
o vegetales frescos. Así, el número de granjas en los EUA ha caído de 3.2
millones a 1.9 desde 1960, pero su tamaño promedio ha aumentado 40% y su
productividad 82%. La mayor parte tiene ahora una única orientación, producir
ganado o pollos o cerdos o maíz… y muchas son parte de una corporación que
lleva a cabo todas las etapas de la producción y la comercialización. Philip
Morris, ConAgra, Mars, IBP, Sara Lee, Heinz y Tyson Foods son compañías
estadounidenses que se ubican entre las 10 más grandes del mundo, aunque el
primer lugar es de Nestlé (Suiza), el tercero de Unilever (Reino Unido/Holanda)
y el sexto de Danone (Francia). ¿Te resultan conocidas?
Otras compañías de los Estados Unidos como Coca-Cola, McDonalds, PepsiCo,
Procter & Gamble y Roche están entre las 100 más importantes. McDonalds
cuenta con 17 000 establecimientos en 120 países, 12 804 en los EUA, y generó
19.6 miles de millones de dólares en el 2000, más del doble que su más cercano
competidor: Burger King. Chicago no es más la capital de la carne, pues se
acabaron los rastros. En Greely, Colorado, trabajadores que probablemente no
hablan inglés pasan la jornada codo a codo, destazando 400 reses por hora; 12
por minuto. Se abren cinco nuevos McDonalds al día, cuatro fuera de los EUA. En
1968 McDonalds le compraba a 175 proveedores de carne, hoy cuatro industrias
sacrifican para esta compañía el 84% del ganado y ocho empresas controlan 2/3
partes del pollo.
El Síndrome del Nuevo Mundo
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Kosrae es una pequeña isla del
Pacífico, uno de los cuatro estados que conforman los Estados Federados de la
Micronesia. Fue española, después alemana, posteriormente japonesa y
finalmente estadounidense. Tiene unos 800 habitantes que mueren jóvenes, pero
no por hambre ni por infecciones mayores, sino víctimas del SNM: Síndrome del
Nuevo Mundo, que ocasiona diabetes, hipertensión y enfermedades
cardiovasculares. A pesar de su privilegiada ubicación, en Lelu, su capital,
construida entre 1000 y 1400 a.D., no hay plátanos, ni papayas, ni cocos
disponibles, pues eso se lo comen los animales. Lo que hay son hileras e
hileras de alimentos procesados, latas, panes, pasteles y pastelillos, sacos
de arroz pulido, refrigeradores repletos de una amplia gama de cervezas y toda
clase de bebidas enriquecidas de alto valor energético y vitamínico; y, desde
luego, para los más pequeños, las delicias de papas, chicharrones, nachos, y
toda una gama de harinas extruidas con caprichosas formas y delicadas
texturas, que truenan en la boca.
Ellen Ruppel, quien describe su viaje a Kosrae en “The Hungry Gene: The
Science of Fat and the Future of Thin” (Atlantic Monthly Press),
buscaba un coco y se conformó con una coca. No hay cocos, pero sí pudines,
macarrones, cereales vitaminados, sopas de pasta instantáneas.
En Kosrae el calor y la abundancia de trabajo burocrático, desalientan la
actividad física. La televisión es uno de los pasatiempos predilectos. En
1994, 85% de los kosraeianos era obeso, e inútiles los esfuerzos realizados
hasta ahora para disminuir esa cifra. La comida importada es muy barata: 13
kg de pavo enlatado cuestan de 11 a 12 dólares, contra cinco de un pollo
criado localmente, y el arroz pulido (importado) es el alimento nacional.
La diabetes ligada a la dieta es el primer problema de salud en la isla,
explicó el doctor Paul Skilling (por cierto, un hombre obeso) a Ellen. El 90%
de las admisiones al hospital están relacionadas con la diabetes: problemas
circulatorios, úlceras en los pies, abscesos en la piel, enfermedades del
corazón, fallas renales y ceguera. En Kosrae, la mitad de los adolescentes
son obesos (y obesas) y los niños (y las niñas también) son arrullados con
azúcar y caramelos. Yo imagino que para ellos el cuento de Hansel y Gretel ya
no tiene ningún chiste.
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¿Qué hacer o, más bien, qué comer?
Es muy cómodo detenerse en McDonalds, pero ¿sabes qué? la conveniencia acaba
con cualquier consideración nutricional, así como con el significado social y
cultural de la comida. Los alimentos son hoy más baratos, pero por ello estamos
pagando un alto precio. Nos encontramos ante uno de los aspectos más
perturbadores de la civilización industrial avanzada: el carácter racional de
su irracionalidad. Su productividad y eficiencia, su capacidad de crear y
difundir sus comodidades, de convertir lo superfluo en necesidad. Gran parte de
la solución la tenemos los consumidores al decidir lo que ponemos en nuestro
plato. Y finalmente, un tip para nuestros diputados: aplicar un impuesto
especial en la compra de refrescos, papas y otros ejemplares de chatarra, con
restricciones para su venta a los niños. Quizá también aplicar el 15% de IVA a
los tacos de carnitas, al pastor y de chicharrón y el 20% a las pizzas, hot
dogs y hamburguesas. Todo en aras, mas que del bolsillo, de la salud del
consumidor.
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Agustín López Munguía, recientemente galardonado con el
Premio Nacional de Ciencias, es investigador en el Instituto de Biotecnología
de la UNAM, autor de varios libros y numerosos artículos de divulgación de la
ciencia, y miembro del consejo editorial de ¿Cómo ves
Las dietas:
mitos y verdades
Conservar un peso ideal se basa en
sólidos y sencillos principios científicos; sin embargo, muchas personas se
sienten atraídas por dietas que pueden ser muy peligrosas
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Dondequiera
que miremos, el mensaje es claro: ser delgado es ser atractivo. Si tenemos
algunos kilos de más o incluso un peso normal para nuestra edad y estatura,
pero una figura robusta, es posible que nos sintamos desvalorizados como
personas y juzgados por nuestra apariencia y no por cualidades como la
inteligencia, la creatividad, la simpatía o el talento. Desde luego es normal
y sano decidir hacer algo por nuestro cuerpo e imagen. Deja de serlo cuando
implica preocuparse en demasía, obsesionarse, dejar de comer, ayunar
periódicamente, usar laxantes y diuréticos, hacer ejercicio compulsivamente,
tomar medicamentos para adelgazar o hacer dietas que ponen en peligro nuestra
salud.
Antes
que nada, debemos tener claro que nunca podremos ser delgados a menos que
nuestra constitución física y genética lo permitan. Cada persona nace con un
tipo de cuerpo que ha heredado y que está basado en un particular marco
esquelético y composición corporal. En general, somos combinaciones únicas de
tres tipos corporales: ectomorfo, mesoforfo y endomorfo. Es muy difícil, si
no imposible, alterar el tipo corporal aun con dieta y ejercicio. Pero sucede
que al ver a los modelos (hombres y mujeres) que nos muestra la publicidad,
podemos imaginar que haciendo dieta podemos parecernos a ellos,
particularmente si éstos llegan a afirmar falazmente que antes de tal o cual
tratamiento se parecían a nosotros y que la figura que ahora poseen es el
producto de un tratamiento dietético.
El bombardeo de imágenes estereotipadas y enajenantes de los medios de
comunicación hace que nos resulte difícil sentirnos cómodos con nuestro
cuerpo, lo que lleva a muchas personas a preocuparse constantemente por la
comida, la silueta y las dietas. Es así como el deseo de una apariencia
delgada se ha convertido en una norma cultural y, en consecuencia, se ha
difundido la idea de que la salud y la belleza sólo se logran llevando a cabo
un régimen alimenticio rígido y disparatado o bien mediante ejercicios,
brebajes y aparatos anunciados constantemente en los medios. En todos ellos
se concede un valor extraordinario a poseer una figura delgada, la cual es
presentada como la única estéticamente aceptable y a la que se asocian otras
cualidades como perfeccionismo, disciplina, inteligencia, éxito laboral y
social, entre otras. Para colmo, el tipo corporal promedio de los mexicanos y
mexicanas se aleja mucho del estereotipo de belleza manejado por la
publicidad.
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De todo
esto florece un sistema dedicado a explotar la angustia, la credulidad y la
búsqueda de soluciones fáciles para modificar nuestra figura mediante dietas
supuestamente maravillosas y fáciles que “sí funcionan” y nos permiten “perder
peso sin esfuerzo”. Estos engaños que difunden con frecuencia la radio, la
televisión y las revistas femeninas (y últimamente también las masculinas),
muchas veces ostentan un disfraz de seriedad científica que constituye un
atentado contra la salud, por lo que será necesario analizarlos objetivamente
con base en principios científicos sólidos.
El secreto que
nadie oye
El primer
paso para controlar el peso es entender el metabolismo, proceso mediante el
cual el cuerpo libera energía del alimento y la usa para funcionar, y para
construir y reponer sus tejidos.
Un factor que determina nuestras necesidades de energía es el llamado
metabolismo basal, que es la cantidad de energía que requiere el cuerpo en
reposo para llevar a cabo las funciones básicas de la vida como respirar, hacer
circular la sangre, mantener la temperatura corporal, etc. El metabolismo basal
varía con la edad, talla, género, actividad física y tipo corporal. Por
ejemplo, una persona musculosa tiene generalmente un metabolismo basal más alto
que una no musculosa pero del mismo peso.
Otro factor que determina nuestras necesidades de energía es nuestro grado de
actividad física, es decir, una persona muy activa usará más energía que una
sedentaria. Cuando la energía que nos proporcionan los alimentos que consumimos
es mayor que la que gastamos por el metabolismo basal y por nuestras
actividades físicas, la energía excedente se almacenará en el cuerpo en forma
de grasa. Si esto ocurre a menudo, la persona tenderá al sobrepeso, es decir,
al peso excedido a partir del 10% del peso recomendado para la edad y estatura
de una persona. En casos raros, el sobrepeso se debe a un funcionamiento
impropio de la glándula tiroides, que se traduce en una tasa metabólica menor
que la normal.
La obesidad, por otra parte, consiste en una acumulación excesiva de grasa en
el cuerpo que se presenta a partir de un 20% sobre el máximo peso recomendado.
Se trata de una condición que debe ser atendida por el médico y a la cual no se
aplican las recomendaciones que haremos aquí.
Así, las personas que no tienen problemas metabólicos, requieren equilibrar la
cantidad de energía ingresada al cuerpo con la dieta y la gastada por el
metabolismo y la actividad para mantener el peso recomendado. Por ello, el
control del sobrepeso debiera ser un asunto sencillo: comer en menor cantidad,
particularmente grasas, o hacer más ejercicio, o una combinación de ambos. Este
principio tan simple es normalmente dejado a un lado por ciertas dietas que
aunque puedan parecer efectivas por un tiempo, a la larga dañan irreversiblemente
la salud.
Las calorías
Si bien
no existe un método para bajar de peso que garantice el éxito total, se ha
demostrado que los mejores resultados se obtienen cuando se modifica la
conducta alimentaria, se hace ejercicio y se sigue una dieta, pero basada en el
conocimiento real de los alimentos y de los mecanismos que regulan el peso del
cuerpo.
En los
alimentos se encuentran los nutrimentos, que dan energía y nos proporcionan los
materiales necesarios para que el cuerpo realice sus actividades. Los
nutrimentos se agrupan en seis clases: carbohidratos, grasas, proteínas,
vitaminas, minerales y agua. Todos ellos son indispensables para conservar la
salud y se les encuentra en diferentes proporciones en los alimentos.
Los alimentos son el carburante del cuerpo. Para calcular las cantidades
adecuadas se recurre a una unidad, la caloría, que es la cantidad de calor
necesaria para elevar un grado la temperatura de un gramo de agua, aunque en la
práctica se utilice la kilocaloría (también se escribe con mayúscula: Caloría),
mil veces mayor y más manejable.
Las sustancias básicas presentes en los alimentos que tienen energía, son:
• Un gramo de proteínas: 4
Calorías
• Un gramo de grasas: 9 Calorías
• Un gramo de carbohidratos o glúcidos: 4 Calorías
Así, 25
gramos de aceite de cártamo, que es grasa pura, suministran 225 Calorías,
mientras que 25 gramos de proteína pura o de azúcar suponen 100 Calorías. De
esta forma podemos calcular la energía, metabólicamente utilizable, contenida
en ciertos alimentos concretos, si sabemos su composición de nutrimentos aunque
sea sólo aproximadamente. Para ello se recurre a ciertas tablas, que son de
gran utilidad para determinar la ingesta energética, aunque existen otras que
dan valores energéticos totales sobre alimentos crudos y, por ello, será
importante conocer la elaboración de aquellos alimentos (fritos, asados, en
salmuera, hervidos, etc.) para corregir las pérdidas o ganancias en relación
con el contenido calórico.
Ningún alimento nos puede dar por sí solo todos los nutrimentos que necesitamos
en las cantidades adecuadas. Una alimentación sana e ideal se basa en el
régimen de la pirámide clásica. Esta pirámide representa el concepto de una
alimentación equilibrada. La base es amplia y muestra los alimentos que deben
aparecer con más frecuencia en nuestra dieta: cereales, pasta y arroz; le
siguen las frutas y verduras, con 5 a 9 raciones en total; luego los lácteos y
las carnes, con dos a tres raciones cada uno; y finalmente las grasas y los
azúcares, que deben consumirse con moderación.
Hasta aquí
se ha mostrado cómo un buen plan para perder peso implica “comer” menos
Calorías de las que usa el cuerpo, de manera que éste empiece a usar la energía
que ha almacenado como grasa, o bien hacer ejercicio. Por otro lado, tampoco es
saludable perder peso muy rápidamente, ya que si se ingieren muy pocas
Calorías, se corre el peligro de no recibir todos los nutrimentos requeridos.
Se sabe, además, que las dietas que provocan una disminución rápida del peso,
en realidad hacen perder agua y enseguida masa muscular. Como la proteína de
los músculos se construye muy lentamente, y sólo con una dieta adecuada y
ejercicio constante y regular, cuando se abandona este tipo de dietas el peso
perdido no se gana ya en forma de músculo sino como agua y grasa, lo que
provoca flacidez.
Una dieta inteligente
Las bases
para la formulación de una dieta de reducción no son diferentes a las dietas
correctas, equilibradas y adecuadas para una cierta edad, peso y tipo de
actividad física, a excepción del contenido energético (calórico) total, el
cual debe reducirse sólo en caso de que exista sobrepeso real. En las dietas de
reducción el 60% de la energía total debe provenir de los carbohidratos, del 15
al 20% de las proteínas y el 25% de las grasas.
Con base en el concepto del equilibrio dietético, el diseño de una dieta debe
incluir el aporte necesario para garantizar una cantidad de 1 a 1.5 g de
proteínas por kilogramo de peso corporal —adecuado para una edad, sexo y
estatura determinadas— por día, a efecto de evitar consumir las propias
reservas proteicas y el consumo de la masa muscular.
En cuanto a la prescripción de la dieta, ésta debe hacerse de forma individual
en lugar de sugerir una dieta universal pobre en energía (baja en Calorías), y
de acuerdo con los requerimientos energéticos de cada persona. En principio se
recomienda no tratar de bajar más de 1 a 1.5 kg por semana ya que se pueden
provocar descompensaciones, tales como desequilibrios hidroelectrolíticos y
cambios fisiológicos bruscos que pueden llegar a ser dañinos al organismo. De
tal manera, un objetivo más realista sería tratar de disminuir 0.5 kg a la
semana, y no hay que olvidar que dicho déficit puede producirse tanto por
disminución en el aporte energético (dieta) como por aumento en el gasto (ejercicio),
o por una combinación de ambos, que habitualmente es lo más recomendable.
La dieta del
"yo-yo"
Lo que se busca con las dietas es perder peso rápidamente, mismo que
generalmente también se recupera a igual velocidad. Este ciclo de pérdida y
ganancia de peso, llamado “dieta del yo-yo”, es particularmente peligroso,
porque quienes lo siguen, corren el riesgo de padecer enfermedades cardíacas,
elevación o disminución de la presión sanguínea y deficiencias vitamínicas, a
diferencia de las dietas que buscan mantener constante la reducción de peso.
¿Cuáles son las dietas falaces?
Por otro lado, se cree que quienes siempre están a dieta
mantienen a su organismo en un estado constante de emergencia que hace que el
cuerpo asimile cada vez mejor menores cantidades de alimento, es decir, con el
tiempo tendrán mayor dificultad para perder peso aun disminuyendo la cantidad
de alimentos ingeridos. Quizá hayas llevado a cabo una de las dietas que se
muestran en la tabla. Ahora que conoces los principios de una dieta sana,
podrás darte cuenta que esas propuestas no tienen ninguna base científica y
seguirlas es dañino para la salud.
Por último, es importante tomar en cuenta que antes de iniciar un programa
adecuado para reducir el peso, es indispensable que te preguntes si realmente
tienes un problema de sobrepeso o si simplemente cuando dices que estás “gordo
o gorda”, estás expresando que te sientes mal. Antes de caer en la tentación de
seguir una dieta que nos hayan recomendado o que leímos en una revista, sería
importante recordar que sólo una alimentación variada, bien distribuida a lo
largo del
El sida en el nuevo milenio
Martha Duhne Backhauss
SON LAS OCHO TREINTA DE UN DOMINGO DE
VIENTO Y LUNA. DE PRONTO LA LLAMADA. CAE LA VOZ DE ANNIE LENNOX A SU NIVEL
MÁS BAJO. SE ENROSCA EL TERCIOPELO DE LA CÁLIDA NOCHE INVERNAL: JORDÁN ACABA
DE MORIR DE SIDA.
QUE BARATO RESULTA OLVIDARME DE QUE ASÍ SE ESCRIBE EL NOMBRE DE LA NOVELA
GÓTICA DE CADA UNA DE MIS CÉLULAS. PORQUE LUEGO CAYERON, COMO ROCAS
IRACUNDAS, LAS NOTICIAS DE OTROS NOMBRES, OTROS ROSTROS, OTRAS RISAS
CONOCIDAS QUE SE DESVANECIERON EN ESTA GEOGRAFÍA DE SANGRE Y RASTROJOS.
JOAQUÍN HURTADO
EL SÍNDROME de Inmunodeficiencia
Adquirida o sida, realmente podría parecer el invento de una mente
superdotada y enferma que, con la idea de acabar con el ser humano, diseñó un
enemigo perfecto: microscópico, silencioso, contagioso, incurable, mortal.
Pero el sida no es otra cosa que la enfermedad que se desarrolla como
consecuencia de la infección con el Virus de Inmunodeficiencia Humana, el
VIH. Ciertamente, sus características han hecho que el combate en su contra
sea especialmente difícil, desde el punto de vista científico, y terrible
desde el punto de vista emocional.
A diferencia de otras enfermedades, como el cáncer, que
causan también millones de muertes al año, el sida se puede transmitir a
través de las relaciones sexuales sin protección y de la madre a su bebé
durante la gestación, el parto o la lactancia; en otras palabras, a los seres
más cercanos y queridos. La infección por el VIH es silenciosa y puede
permanecer en el cuerpo mucho tiempo sin que se note su presencia, de manera
que un individuo infectado puede transmitir el virus a otras personas sin
tener idea de lo que está pasando. De ahí la importancia de que quienes
tienen una vida sexual activa tomen las precauciones necesarias,
particularmente el uso del condón. El VIH, además, puede mutar muy
rápidamente, es decir, que se modifique alguno de sus genes, por lo que hasta
ahora no ha sido posible desarrollar una vacuna.
Actualmente ya existen varias medicinas que si se
toman juntas, frenan el desarrollo de la enfermedad, sin embargo, éstas siguen
siendo muy costosas, por lo que la mayoría de las personas infectadas en
países en vías de desarrollo, donde se localiza el 95% de los enfermos de
sida, no tiene acceso a ellas. En 20 años el sida se ha convertido,
básicamente, en una enfermedad (otra más) de la pobreza. Es necesario añadir
otra característica: cientos de miles de pacientes de sida son víctimas de
discriminación y abusos de sus derechos humanos más elementales tanto por
parte del sistema de salud, como de familiares y amigos.
Un poco de historia
La mayoría de las evidencias sobre el origen del sida sugieren que éste
surgió en África. En 1980 Robert Gallo, el investigador que junto con Luc
Montaigner es reconocido como el descubridor del VIH, especuló que este virus
pasó de una especie de primate africano, el mono verde, a los seres humanos.
Esta idea fue muy criticada entonces, pero en la actualidad muchos
investigadores consideran que el VIH infectó originalmente a una o más
especies de primates y de ahí saltó al ser humano. La razón es que existen
algunos virus de inmunodeficiencia en simios, los SIVs por sus siglas en
inglés, que tienen una estructura química casi idéntica a la del VIH. Se
puede construir el árbol genealógico de cualquier organismo buscando el grado
de similitudes genéticas que tiene con otro; es decir, que las especies que
son más parecidas a otras son parientes más cercanos; en los humanos se han
detectado dos grandes grupos del virus del sida, el VIH-1 y el VIH-2, y cada
uno se relaciona con un SIV distinto. El VIH-2 es muy similar al SIV que
infecta a una especie de simio que habita en la parte oeste de África, zona
donde se encuentra la mayor cantidad de casos de VIH-2. El origen del VIH-1
ha sido más difícil de establecer; el SIV que más se le parece ha sido identificado
en chimpancés, pero se trata de una infección poco común, por lo que se
piensa que el vehículo por el cual saltó al ser humano pudo ser un simio
diferente. De hecho se han descubierto más SIVs en otras especies de
primates, de manera que no se descarta que algún día se localice un pariente
más cercano del VIH-1.
Los investigadores han
reconocido desde hace tiempo la habilidad de algunos virus y otros parásitos
de saltar de animales a humanos: un proceso conocido como zoonosis. Una vez
que el microorganismo desarrolla la capacidad de infectar a los seres
humanos, fácilmente puede propagarse entre ellos. Éste es el caso de los
virus de Ébola y de Marbugo. Aunque a ciencia cierta aún no se ha probado el
origen del VIH,.
También se ha señalado que los tremendos cambios sociales
ocurridos en África en años recientes podrían ser la causa de la rápida
diseminación del sida en ese continente: la acelerada urbanización, el
desplazamiento de grandes grupos humanos por las guerras y el aumento en la
promiscuidad sexual posiblemente permitieron que el sida pasara de ser
una enfermedad localizada en sitios pequeños, aislados y rurales, a una
epidemia urbana. También se especula que grandes campañas de vacunación en
las que se utilizaron jeringas no esterilizadas, contribuyeron al avance de
esta epidemia.
Tras la pista del VIH
Entender cómo se reproduce el VIH dentro de la célula humana, en un proceso
biológico llamado replicación, ha dado importantes pistas a los
investigadores para diseñar medicamentos más eficaces contra el VIH y con
menos efectos se-cundarios.
Los virus no tienen la capacidad de reproducirse por sí mismos, necesitan de
la maquinaria genética de la célula para lograrlo. El VIH infecta
principalmente a un tipo de células del sistema inmune llamadas linfocitos T,
más específicamente, linfocitos CD4. Estas células son las que orquestan las
respuestas de defensa del cuerpo contra las infecciones, son los
"comandantes" del sistema inmune. El VIH reduce drásticamente el número
de linfocitos T y con ello deja al cuerpo muy vulnerable a una amplia gama de
organismos causantes de infecciones.
Por cualquiera de las formas de transmisión conocidas —las
relaciones sexuales sin protección, el uso de jeringas contaminadas, las
transfusiones de sangre, o a través de la gestación, parto o lactancia— el
VIH penetra al organismo y se aproxima a sus huéspedes predilectos, los
linfocitos T. Entonces se pone en marcha un proceso cuya finalidad es
permitir la entrada de los virus en la célula y la utilización de los
mecanismos bioquímicos de ésta para replicarse. El VIH tiene que completar
varios pasos para lograrlo y para cada uno es posible diseñar un fármaco que
interfiera y detenga el proceso.
Una vez que el VIH entra en contacto con el linfocito T
debe adherirse a su superficie para poder introducir su material genético. En
la superficie de los linfocitos
Una vez que están completos, los virus
salen, dispuestos a invadir nuevas células. Ya infectadas, éstas pueden
producir miles de nuevos virus. Cuando esto sucede de manera masiva, el
cuerpo no podrá luchar efectivamente contra las infecciones, ya que las
células T son el centro de mando del sistema inmune. Así, el VIH nos deja sin
un sistema de defensa, a merced del océano de organismos patógenos que nos
rodea. Cuando las células infectadas se activan inmunológicamente aumenta la
producción viral y se desencadenan los síntomas de la enfermedad; aparecen
las llamadas infecciones oportunistas, como la tuberculosis, la neumonía y
distintas micosis, así como tumores malignos y enfermedades causadas por
otros virus, por ejemplo el herpes.
Los puntos débiles
Desde que los investigadores supieron que los retrovirus dependen de la
transcriptasa reversa para poder replicarse, esta enzima fue un blanco obvio
para atacarlos. Los primeros medicamentos efectivos en la lucha contra el VIH
inhibían la labor de la transcriptasa reversa. Hasta la fecha, existen en el
mercado seis medicinas de este tipo, incluido el AZT. Sin embargo, los
inhibidores de la transcriptasa reversa no son una solución permanente,
porque el VIH eventualmente muta en una forma resistente a ellos. Esta
estrategia de defensa es utilizada también por bacterias, excepto que el VIH
es mucho más variable y tiene la capacidad de hacer más mutaciones.
Para obstaculizar el siguiente paso de la replicación del
virus, que es la integración del ADN viral al de la célula, se ha
desarrollado otro fármaco, llamado Zinetivir, cuyo objetivo es inhibir la
acción de la enzima integrasa. El Zinetivir está actualmente en la fase
preliminar de pruebas clínicas, es decir, de su utilización en pacientes
infectados para conocer su eficacia y los efectos secundarios que produce.
En la fase final de la replicación del VIH, como vimos, se
necesita de otra enzima del virus, la proteasa. Este paso le ha dado a los
investigadores otra posibilidad de atacar el desarrollo de la enfermedad.
Desde hace tiempo se sabe cómo inhibir la acción de esta enzima y se ha
logrado diseñar medicamentos que se administran oralmente. Desde que se
introdujeron al mercado en diciembre de 1995, los inhibidores de proteasa se
han convertido en una nueva herramienta para combatir este mal.
Cocteles milagrosos
Debido sobre todo a la capacidad de mutación del VIH, los pacientes se han
visto forzados a cambiar periódicamente de una medicina a otra, por lo que se
dedujo que se podían utilizar varias medicinas a la vez. Si el VIH es atacado
por un solo fármaco, es altamente probable que con una mutación pueda
resistirlo. Pero si se toman tres a la vez, las posibilidades de que una sola
mutación le permita resistir su acción son mucho menores. El objetivo de la
terapia de varios medicamentos es encontrar la combinación más efectiva
contra el virus y con el menor nivel de efectos secundarios indeseables.
Desde 1996, año en que empezó a utilizarse la terapia de
medicamentos combinados, se ha logrado un fuerte descenso en el número de
muertes por sida en los Estados Unidos, Canadá, Europa, Nueva Zelanda y
Australia. Ante estos resultados, pareciera que estamos viendo curas
milagrosas. Excepto que no son curas. Uno de los problemas de estos
tratamientos es que entre el 10 y el 20% de los enfermos de sida no toleran
los efectos secundarios como son fuertes náuseas, diarrea y mareos. Además,
en cuanto un enfermo abandona la terapia, sufre una recaída, lo que prueba
que el VIH sigue presente en sus células, es decir, que no se ha curado. Pero
el mayor problema es que estas terapias son extremadamente costosas
(aproximadamente 1 000 dólares al mes), lo que las hace inaccesibles a cerca
del 95% de los enfermos. En conclusión, se necesita una vacuna que prevenga
la infección inicial. Si bien se han logrado algunos avances en este sentido,
el desarrollo de una vacuna eficaz no parece cercano.
La búsqueda de vacunas
No obstante los años y el dinero invertidos en investigación, aún no se sabe
exactamente qué aspectos de la respuesta inmune son necesarios para conferir
protección contra el VIH. Uno de los mayores problemas que plantea el desarrollo
de una vacuna es que existen varios tipos de VIH, y cada uno predomina en
regiones geográficas específicas. Así, una vacuna que podría ser efectiva en
una región del mundo, no lo sería en otra. Sin embargo, recientemente el
doctor Kent Weinhold, del Duke University Medical Center, demostró que
varios candidatos para vacunas podían provocar respuestas inmunológicas a
varios tipos de VIH. En sus pruebas, las células T del sistema inmune,
tomadas de un grupo de voluntarios, fueron expuestas a células infectadas con
varios tipos de VIH. Esto les dio la posibilidad de "reconocer" a
las proteínas características del virus, y los linfocitos pudieron muchas
veces destruir las células infectadas. Actualmente se están probando
éstas y otras posibles vacunas en grupos pequeños de personas, con el fin de
establecer cuáles son seguras y efectivas, para después realizar pruebas a
mayor escala.
Un enfoque alternativo se basa en el hecho de que el
período de latencia es muy largo (hasta diez años), y en ese tiempo el virus
convive con el organismo sin dañar seriamente sus funciones. En la actualidad
se realizan varias investigaciones, una de ellas en nuestro país, a cargo del
doctor Germinal Cocho —médico y físico, especialista en dinámica
inmunológica— del Instituto de Física de la UNAM, que estudian la serie de
eventos que suceden en ese período, con el objeto de intentar alargarlo.
Otra interesante rama de investigación, es la que se
realiza en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, a cargo de
la doctora Carmen Soler, que estudia los factores tanto del virus como de las
características genéticas e inmunológicas de los llamados
"sobrevivientes a largo plazo", es decir, personas infectadas con
el VIH que viven muchos años, sin tomar medicinas y sin que se les desarrolle
el sida.
¿Qué hacer?
Nos guste o no (y seguramente a nadie le gusta), el sida es
parte de nuestro mundo. Millones de personas se han tenido que enfrentar a
resultados positivos de la prueba de Elisa, con la cual se detectan los
anticuerpos producidos por el VIH en la sangre. A la fecha existen más de 30
millones de personas infectadas en el mundo, cerca de 250 000 en México. Y
cada caso de muerte por sida es una pérdida irreparable, la historia de una
vida que no debió terminar de esa forma. Muchas de las campañas de lucha
contra el sida plantean que la enfermedad es un enemigo externo e invencible,
que hay que enfrentar con información y prevención. Existe otra forma de
verlo: si no te cuidas, sabiendo lo que ya sabes, podrás convertirte en tu
propio enemigo, conducto de enfermedad y muerte para ti y para tu pareja.
El sida en el tercer
mundo
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Los
primeros reportes documentados de casos de sida datan de 1981 y
correspondían a individuos de altos recursos económicos de la comunidad
homosexual de San Francisco, por lo que podría considerarse que ésta era
originariamente una "enfermedad del primer mundo". Sin embargo,
actualmente la epidemia se ha propagado por todos los confines de la Tierra
y es en los países del tercer mundo donde se ha convertido en un verdadero
azote, dadas las condiciones educativas, económicas y sociales
prevalecientes en los países pobres. Una región notoriamente dramática es
el África subsahariana, donde una de cada doce personas está infectada, y
poco más de la mitad son mujeres. La mayor parte de estas personas, unos 23
millones, morirá en los próximos años. Por otro lado, de ser una enfermedad
confinada a núcleos de hombres homosexuales, en estos momentos el sida se
transmite principalmente entre la población abierta heterosexual, ya sea
por vía sexual, por inyecciones en el uso de drogas, o de madre a hijo. Es
notable el hecho de que es entre las mujeres donde más rápidamente ha
aumentado la tasa de infección. Entonces, aunque en el tercer mundo existan
enfermedades infecciosas como el paludismo, que actualmente matan a un
mayor número de personas que el sida, hasta la fecha este último es
incurable y se ha propagado muy rápidamente entre grandes núcleos de la
población más pobre. Urge, por tanto, encontrar terapias efectivas, de bajo
costo y que puedan ser aplicadas con facilidad en regiones apartadas que no
cuentan con los servicios médicos adecuados.
Germinal Cocho
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Este tema me parecio muy interesante.
ResponderEliminarNayeli Avila Cinseros