Correr un ejercicio que se disfruta
Correr es un
ejercicio accesible para personas de todas las edades; no se necesitan canchas,
ni vestuario especial (salvo un buen tenis), ni juntar a todos los cuates como
ocurre en deportes de equipo. Para correr basta con tener la voluntad y el
deseo de mejorar la salud, seguir algunas recomendaciones sencillas y lanzarse.
Paulino Sabugal
Fernández
Publicado en
noviembre, 1999. N° 12
Es sorprendente
que en esta época de obsesión por la nutrición light, cuando todo mundo parece
estar muy preocupado por su salud y por su figura, la práctica de la carrera
lenta y de larga distancia se vea como algo “pasado de moda” en el mejor de los
casos o, de plano, como un deporte mortalmente aburrido y ¡hasta peligroso! que
puede llegar a dañar vértebras y articulaciones o incluso las vías
respiratorias si se corre en ciudades como el Distrito Federal, tristemente
famosas por sus altos niveles de contaminación del aire.
Sin embargo, si
se hace bien (con tenis adecuados para minimizar el “rebote” de nuestro cuerpo
sobre el suelo y corriendo lo más posible cerca de zonas boscosas) la carrera
resulta uno de los deportes más completos. La enorme cantidad de maratonistas
confirma que correr es una práctica que cada día tiene mayor número de
seguidores; para cubrir los 42 kilómetros de esa competencia, los participantes
debieron entrenarse por lo menos durante ocho meses en los parques, pistas,
carreteras y caminos de todo el país.
¿Por qué correr?
Acaso el desdén
que los amantes de la vida sedentaria muestran por los corredores, esté
estrechamente relacionado con el sentido comodino de la vida urbana de finales
del siglo XX: se trata de obtener los mayores resultados con el mínimo
esfuerzo, aunque estos resultados puedan ser efímeros y hasta
contraproducentes. Nunca los “jabones reductivos”, las fajas, las dietas (la
mayor de las veces sin prescripción médica) o los aparatos del gimnasio
ofrecerán el beneficio integral de una carrera larga y lenta para la que, a fin
de cuentas, estamos diseñados: somos animales bípedos y la estructura que
conforman nuestras piernas y pies es un bello legado de la evolución, el cual,
sin duda, sirve para mucho más que calzar zapatos y pisar los pedales que
controlan la marcha de un automóvil.
Cuando la
carrera es larga y lenta, es decir, cuando se trata de un ejercicio de
resistencia que se practica en forma relajada, sin presión competitiva alguna,
el corazón, músculo al fin, incrementa de manera sostenida su ritmo de trabajo:
se hace más apto y previene el taponamiento de las arterias coronarias por
acumulación de depósitos de grasa, uno de los costos de la vida sedentaria. El
ejercicio de resistencia aumenta el número de los pequeños vasos sanguíneos
llamados capilares y estimula un mejor flujo de nutrientes a las células y una
mejor salida de desechos.
Al hacer
ejercicio en forma regular y de manera constante (al menos media hora tres
veces a la semana), se logra una mayor irrigación sanguínea del tejido muscular
y, en consecuencia, una mayor oxigenación de las células. A esto hay que agregar
que el músculo cardíaco se va haciendo poco a poco más fuerte, enviando un
mayor flujo de sangre a todo el cuerpo en cada latido. Con menor número de
contracciones, el corazón “acondicionado” realizará un trabajo más eficaz de
modo que el pulso en reposo del corredor tiende a ser más lento. Tratándose de
un ejercicio aeróbico (es decir, en presencia de oxígeno), la carrera lenta y
prolongada emplea como una de sus fuentes de energía la grasa acumulada en el
cuerpo: no hay mejor tratamiento para adelgazar.
Lo que debes
saber antes de pegar la carrera
El doctor
Fernando Torres Roldán, jefe de la Unidad de Artroscopia del Hospital de
Urgencias Traumatológicas “José Manuel Ortega Domínguez” del IMSS, hace las
siguientes recomendaciones para un corredor principiante: “Si nunca antes ha
realizado una actividad deportiva, debe consultar a un médico para saber cuál
es el estado de su corazón, sus pulmones y su salud en general para practicar
deporte. Luego, debe iniciar un programa de caminata que puede ser de 20
minutos diarios durante algunas semanas, para luego incrementarlo hasta 40
minutos, y emprender la actividad deportiva bajo la supervisión de un
instructor calificado. Asimismo, es necesario que utilice calzado deportivo
adecuado, el cual debe contar con una almohada de aire que absorba el impacto
en el área del talón, paredes duras para el mejor soporte del pie, una base más
amplia que el ancho de éste, correas que sujeten bien el pie y un buen sistema
de ventilación.
“Finalmente, el
terreno donde se corra debe ser plano y procurar que siempre sea del mismo
tipo. Y es que si una persona corre primero sobre una superficie asfáltica y
luego lo hace sobre un terreno menos firme, o viceversa, puede lesionarse las
rodillas. Tampoco es recomendable pasar de una superficie más o menos plana a
un terreno de subidas y bajadas, pues sobre todo en estos últimos se fuerza
demasiado la rodilla”. En cuanto a las lesiones más frecuentes en los
corredores, el doctor Torres Roldán señala que son las siguientes:
1. La del
cartílago de la áptelo-femoral, llamada condromalacia. Se presenta al pisar un
terreno irregular y se caracteriza por dolor en la parte delantera de la
rodilla. Suele ocurrir cuando el corredor no tiene un programa adecuado de
entrenamiento, padece una enfermedad en la rodilla o ha recibido previamente un
golpe en esa zona. En la mayoría de los casos esta lesión se cura disminuyendo
la actividad física pero en algunas ocasiones requiere de intervención
quirúrgica.
2. En los
meniscos y la del ligamento cruzado, que se caracterizan por dolor y la
inflamación de las rodillas. Con cierta frecuencia, estos padecimientos
requieren de cirugía. En el caso de los meniscos, después de un mes es posible
regresar a la actividad deportiva y en el de los ligamentos, luego de tres
meses.
3. Desgarres
musculares, que se presentan por un inadecuado calentamiento o bien cuando,
después de calentar y correr, se hace un alto para descansar y se reinicia la
carrera con los músculos fríos. Algo similar ocurre con quienes han practicado
el deporte por largo tiempo, de pronto dejan de hacerlo durante meses y vuelven
a practicarlo con la misma intensidad de antes. Asimismo sucede cuando se corre
con calzado inapropiado o se recibe un golpe en la zona muscular. Por lo
regular los desgarres de este tipo cicatrizan solos en el transcurso de 10 o 20
días, aunque el dolor puede continuar hasta que la cicatriz adquiere la
elasticidad del músculo.
Con respecto a
lo que debe hacer un corredor cuando sufre una lesión, el doctor Torres explica
que si una persona no ha sufrido una lesión previa y al correr se lastima y
empieza a tener dolor, debe dejar de correr, aplicarse hielo en la zona
adolorida, vendársela y tomar un antinflamatorio, si no padece alguna
enfermedad que contraindique el uso de esta clase de fármacos. Desde luego,
debe seguir un programa de reposo y una terapia física. La mayoría de las
lesiones de los corredores son leves, por lo que no requieren intervención
quirúrgica y suelen curarse en unos días. Pero si continúa el dolor, la
inflamación crece o no disminuye, o se presentan torceduras y luxaciones
frecuentes, es preciso consultar a un especialista.
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